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lunes, 13 de enero de 2020

Cambio con una Madurita






Fred sostenía el medallón con sus manos meditando si hacer lo que estaba pensando, sus  nervios estaban encendidos y solamente pensaba pervertidamente en tomar el cuerpo de la mujer que pretendía y disfrutar de las emociones que el momento le otorgaría, cuando observo que la mujer regresaba del trabajo justo antes de entrar a su casa, Fred la tomo por la espalda tapándole la boca con un trapo húmedo con acetona para dormirla, la metió a su casa con cuidado de que nadie observara y la recostó en su  cama para luego cambiar de lugares con ella, tomo el medallón en su cuello y acciono la absorción de almas usándolo en la mujer toando como presa su alma dentro de su medallón, luego lo acciono para sí mismo sintiendo una conexión extraña con su cuerpo y el medallón impulsándolo hasta que se encontró mirando hacia el techo de su habitación, pronto Fred podía sentir un mar de sensaciones nuevas y extrañas que recorrían todo su cuerpo, bajo la mirada hacia  sus  nuevos pechos sorprendió de lo que tenía en sí mismo, inmediatamente comenzó a tocarlos experimentado una cálida y placentera sensación, se levantó inmediatamente algo mareado por el rápido y torpe movimiento de su cuerpo con desequilibrio mientras que su cabellera cubría  su rostro al volar su cabello por todas partes, pronto podía admirar sus manos algo arrugadas por la edad de su nuevo cuerpo y por su puesto al mirarse en un espejo podía ver la belleza y las arrugas de una mujer madura  como lo era la señora Diana, la antigua dueña  de lo que ahora era su cuerpo, mientras tanto, su ex cuerpo yacía en el suelo dormido sin un alma que lo moviera, el alma de la señora  Diana se encontraba atrapado dentro del medallón sin poder hacer nada ni si quiera saber lo que pasaba a su alrededor siendo encerrada  como un alma dormida por la eternidad o al menos hasta que  alguien la rescatara de esa prisión astral.

Fred ahora la señora Diana, comenzó a desvestir  su nuevo cuerpo, comenzó a observar con detalle suspirando y jadeando con placer e ilusión de haber logrado un milagro, tomo sus nuevos pechos apretándolos con suavidad exprimiendo sus  jugosos montículos de carne que le colgaban de su pecho, mientras que su vagina ya adulta dejaba liberar fluidos nunca antes experimentados para el cómo un hombre, se sentía muy sexy al mirarse con cada prenda y finalmente al verse desnuda aun a pesar de los achaques que tenía con un cuerpo maduro como ese, luego de probar un poco su feminidad, volvió a arreglarse para regresar a la que ahora era su casa, primero saludando a su nueva hija  con quien vivía solas, tenían una muy  buena relación y el siempre fantaseo con divertirse con ella vistiendo el cuerpo de su madre, se saludaron como siempre, pues había estudiado en los últimos meses el comportamiento de ambas, si él quisiera en ese instante usaba el medallón para tomar el cuerpo de ambas a su favor, pero él quería experimentar la curiosidad de ser la madre de su vecina, luego de darle de cenar se fueron a dormir, esa noche la nueva señora Diana la paso disfrutando de su vagina hasta que termino inconsciente del cansancio, cuando despertó sentía un fuerte dolor de cabeza sin olvidar algunos achaques en sus piernas que le dolían como calambres que recorrían desde sus pies hasta su cadera punzándole, era parte del problema de ser y experimentar vivir  como una mujer adulta, pero aun eso le parecía excitante, se levantó como toda una mujer responsable buscando como arreglarse para ir al trabajo y por supuesto apurándose a una hora muy temprana inclusive a la que  estaba acostumbrado levantarse para darle el desayuno a su nueva hija y llevarla a la escuela, se apresuró como pudo dándose un rápido pero placentero baño hasta arreglarse con ropa de mujer muy sexy y maquillaje, luego preparar el desayuno sin dificultades y saludo  a su hija mirando lo sexy que se veía  con su vestimenta de colegiala, lo cual le intimido un poco y se hizo la tonta dándole  una nalgada a su propia hija inclusive tocando sus pecho aprovechando el elocuente interés por arreglar su escote, afortunadamente su nueva hija parecía tenerle bastante confianza aunque su rostro si se miraba con algo de confusión, pero lo dejo pasar, la llevó a su escuela hasta que ella se dirigió a su nuevo trabajo.


Luego de unos días la nueva señora  Diana parecía pasar desapercibida entre las personas y sobre todo su hija, parecía vestirse  con mayor  libertad  y confianza, por lo regular  usando vestidos que a pesar de su condición le levantaban la autoestima, aunque  no era de esperarse que sus achaques le causaran factura pues se lamentaba por las noches y las mañanas del cansancio, aparte de su espalda la cual le mataba por el peso de su pecho cargando con el todo el tiempo, pero disfrutaba más haya al poder tocarlos todo el tiempo y sentir el placer del roce de sus pezones con la tela de su ropa, ahora había hecho de su familia en pareja  con su  hija una relación más amorosa, pues ahora aconsejaba  más a su hija teniéndose  más confianza como si supera  lo que realmente quería, también se  aprovechaba propasándose  con su propia  hija cuando podía y cuando salían de compras aprovechaba para verla desnuda mientras se probaban la ropa más cara y bonita que veían, a veces casi obligándola a tocarla  desde  sus pechos hasta su vagina con tal de  ayudarle a medirse alguna ropa o prenda.





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