Hola buenas.
Aquí les dejo el prólogo de la otra historia que iré intercalando.
Prólogo
La Gema Roja
Logan no tenía
mucho que perder en su vida. A sus veintiséis años, lo único que esta tenía de
bueno era su novia, Rebecca, una chica solo dos años menor que él y dulce como
nadie más que Logan conociera. El resto era historia: un trabajo mediocre y
unos sueños imposibles le mantenían el carácter amargado que todo el mundo
odiaba en él.
Solo Rebecca
seguía siempre a su lado, pasara lo que pasase.
Una gota le cayó
en la frente y se deslizó por el puente de su nariz hasta parar a sus gafas de
montura cuadrada. Logan miró al cielo encapotado y maldijo entre dientes. Echó a
correr calle abajo por la vía desierta. ¿Por qué no se había llevado en
paraguas consigo? Esa estupidez era muy propia de él.
La lluvia
comenzó a arreciar cuando decidió refugiarse bajo el saliente de uno de los
edificios que daba de frente con el gran río que atravesaba la ciudad. Echó mano
al pequeño colgante que siempre llevaba al cuello mientras contemplaba el río.
Su abuela le dio
ese colgante en su lecho de muerte cuando él sólo tenía siete años. Le dijo que
la piedra que guardaba en su interior solucionaría cualquier problema que
tuviera en el futuro. Le dijo que lo llevara siempre consigo.
Se arrancó el
colgante del cuello de un tirón, lleno de rabia. Lo miró como si fuera el
causante de todos sus problemas. Lo abrió y observó la pequeña piedra de color
rojo oscuro. Realmente llegó a creerse las palabras de su abuela. Llegó a creer
que de verdad aquella diminuta piedra podría ser la solución a su desastrosa
vida.
¡Qué equivocado
estaba!
Se dio cuenta de
que solo se había dejado esperanzar por los desvaríos de una vieja senil en su
lecho de muerte. Cogió la piedra entre sus dedos y dejó caer el colgante al
suelo. La diminuta gema apenas sobrepasaba el tamaño de su uña.
Miró al río, que
bullía con furia alimentado por la copiosa lluvia, e inhaló hondo. Cuando exhaló
nunca había estado tan seguro de nada en su vida.
—Muchas gracias
abuela—dijo—. En serio, muchísimas gracias por nada.
Y lanzó la
piedra al río.
Se sintió bien
mientras la veía desaparecer con la corriente. Casi pletórico. Hasta que lo
sintió. Fue solo una leve sensación al comienzo, un pequeño calambre en el
pecho, pero unos segundos después un nuevo calambre más fuerte le invadió el
esternón.
Echó a correr
presa del pánico.
<<Me estoy
muriendo. Este es mi fin>>, pensó mientras el calambre se hacía más
intenso, se le extendía por todo el pecho y los hombros y le impedía respirar
con normalidad.
Corrió con todas
las fuerzas que le quedaban, que dado el dolor que le invadía el cuerpo no eran
muchas. La ropa comenzó a pesarle cada vez más. El dolor ya se le estaba
extendiendo por los brazos y las piernas, que le fallaron y cayó al suelo. Le dolía
todo el cuerpo como nunca antes en su vida.
El edificio en
el que se encontraba su apartamento, el que compartía con su novia Rebecca, se
encontraba a solo unos metros. Hizo un esfuerzo por levantarse del suelo y
corrió de nuevo. Llegó al portal del edificio y abrió la puerta con dificultad.
El dolor le había invadido ya la cabeza y le costaba formar un pensamiento
coherente.
Su apartamento
se encontraba en un tercer piso sin ascensor. Subió los escalones a gatas como
pudo y entró en su apartamento, agradeciendo que ningún vecino estuviera ahí
para verle sufrir. Cerró la puerta de su apartamento y el dolor le doblo las
rodillas de nuevo. Cayó al suelo y se quedó boca arriba muy quieto, mirando al
techo. Quizá si dejaba de luchar ese calvario acabaría antes.
—¡Becks!—llamó a
Rebecca.
También agradeció
que su novia no estuviera en casa para verle sufrir. Rebecca se preocuparía
mucho, y él no quería verla sufrir. Ella era la única luz en su oscura y mísera
existencia.
El único motivo
por el que luchar.
Decidió hacer un
último esfuerzo. Si salía de esa se esforzaría por ser una mejor persona, un
mejor novio para Rebecca, y sobre todo se esforzaría por mejorar su vida en vez
de simplemente quejarse.
Intentó levantar
la cabeza pero el dolor y un mareo repentino se lo impidieron. Después lo
intentó con el brazo. Pudo mover un dedo, y luego toda la mano. La arrastró por
su vientre. La camiseta estaba completamente empapada y se le pegaba a la piel,
y Logan pudo notar su piel cambiada. Su vientre normalmente delgado y duro y
con vello por todos lados ahora era blandito y suave, sin un rastro de pelo.
Una nueva oleada
de dolor le sacudió el cuerpo y le hizo arquear la espalda hacia arriba. Se llevó
la mano al pecho y volvió a entrar en pánico. No sabía que le estaba pasando,
pero ahí en su pecho algo se movía. Como un bebé moviéndose en el vientre de su
madre su pecho se movía como empujado desde dentro.
Gritó presa de
un terrible dolor y mucho miedo mientras sus pectorales se elevaban y se
abultaban hacia fuera. Algo le estaba ocurriendo. Parecía como si su cuerpo se
estuviera… transformando.
Esa idea le
llenó de pavor, y su mente seguía sin poder pensar con claridad.
Con ese terrible
pensamiento y la sensación de que el abultamiento de su pecho recordaba sin
ninguna duda a pechos femeninos, se desmayó.
Cuando despertó,
ya tenía la mente clara. No sabía que había pasado exactamente, pero notó los
cambios. Su pecho estaba abultado, sin duda. Y sus caderas se habían ensanchado
mientras que su cintura ahora era más estrecha.
Se giró en el
suelo empapado con dificultad. Su cuerpo aún no reaccionaba como es debido a
sus órdenes. Se puso a cuatro patas en el suelo y mechones de cabello largo le
cayeron sobre los ojos.
<<¿Dónde están
mis gafas?>>, pensó.
Buscó por el
suelo, palpando tanto como su cuerpo se lo permitía, hasta que las encontró y
se las puso. Fue gateando hasta el cuarto de baño y se levantó como pudo, apoyándose
en el lavabo.
—Oh, joder—dijo al
mirarse al espejo—. Esto es imposible. No puede ser.
Todo su cuerpo
había cambiado, y a la vez seguía siendo el mismo. Era algo que Logan no se
podía explicar.
Se había
transformado en una mujer. Se palpó el cuerpo con las manos a través de la ropa
mojada. Si, sin duda alguna se había transformado en una mujer. Las caderas más
anchas, aunque tampoco como esas mujeres que salen en televisión llenas de
curvas. La cintura estrecha como la de Rebecca. Y… Palpó su pecho…
—Dios, ¡tengo
tetas!—exclamó—. Espera…
Se llevó la mano
a la entrepierna y soltó un grito.
—¡No puede ser!—aulló—.
Tengo una vagina…
Sin embargo, no
era tan distinto a su antiguo cuerpo. Tenía el mismo pelo negro, pero ahora
largo, los mismos ojos verdes, la misma nariz y la misma forma de labios, pero
ahora más carnosos que antes.
Era como si se
hubiera transformado en una versión femenina de sí mismo.
Se quedó un rato
mirándose en el espejo. Sabía que tenía que quitarse esa ropa mojada o acabaría
con un resfriado de mil demonios, pero no se atrevió. No quería ver su nuevo cuerpo
desnudo y comprobar que de verdad se había convertido en una mujer.
Un ruido lo
distrajo después de varios minutos que Logan pasó ensimismado, mirándose en el
espejo del baño como si estuviera viendo un alienígena.
—Cariño, ya
estoy en casa. ¡¿Qué diablos ha pasado aquí?!—exclamó Rebecca desde la puerta.
Logan volvió a
entrar en pánico. Pensó en salir por la ventana del baño, pero lo descartó en
seguida. Estaba en un tercero. Y aunque consiguiera salir ileso de aquello,
¿dónde iba a ir? No, no podía ir a ningún lado.
Pero, ¿cómo iba
a explicarle aquello a Rebecca? Todo era un sinsentido que Logan no podía
comprender.
—¿Logan? Cariño,
¿estás ahí? ¿Qué ocurre?—dijo Rebecca a través de la puerta, y acto seguido se
abrió, revelando a una preocupada Rebecca.
Logan la miró
con miedo a su reacción, con la cabeza gacha. Al principio no pasó nada, en los
ojos de Rebecca se podía vislumbrar la lucha interna que estaba teniendo lugar
en su cerebro. Después reaccionó, miró a la chica desconocida que se encontraba
delante de ella en su cuarto de baño y paseó la mirada por la ropa de su novio
que esta llevaba puesta y empapada. Llenó su gesto de ira, claramente con el
pensamiento de que Logan la estaba engañando con otra chica.
—Puedo explicar…—comenzó
a decir Logan, pero ella le interrumpió.
—¡¿Quién demonios
eres tú?!
El nuevo Logan
Esta buena la historia, continúa y no la dejes sin terminar
ResponderBorrarMuy buena historia continúala por favor
ResponderBorrarBuena historia continua
ResponderBorrarEspero continues con tus dos buenas historias
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