Vanesa salía emocionada de la
habitación, todos los invitados estaban esperando a la bella chica paseándose
con su hermoso vestido de piedras y otros detalles más, con sus zapatillas que
hacían resaltar y moldear su cuerpo joven y esbelto, aun con dificultad pasaba
entre la gente abrazándolos y sonriendo como la dulce niña que era mientras que
su tío caminaba algo incómodo por detrás de ella supervisando el escenario,
pronto los Vanesa tuvo que acudir al escenario a bailar la primera posta con su
padre a quien amorosamente le cumplió su sueño dorado de ver a su hermosa hija
cumplir una de las etapas de su vida más importantes, así mismo Armando cumplía
su sueño inocente de ser una linda niña y tener la fiesta de XV años que
siempre soñó.
Horas antes…, Vanesa estaba ansiosa,
como siempre una vez más tenía que actuar como la niña indefensa ante todos y
hacer lo que todos querían, llevaba meses luego de que sus padres la obligaron
a probarse muchos vestidos apretados y por supuesto zapatillas que combinaran
con su vestido, odiaba que la vieran como una niñita cuando no se sentía hace y
menos cuando en este momento cumpliría XV años, odiaba ver como las niñas de su
edad se ponían como estúpidas por un evento tan masoquista y femenino a morir,
además de que tenía miedo de mostrarse en público ahora con mostrar de más
frente a sus amigos y amigas de la escuela además de primos y familia cercana,
Vanesa chocaba sus zapatillas contra la pared deseando no haber sido nunca una
niña, cuando Armando entro a su habitación, quien si bien era el tío y la
persona favorita de Vanesa en todo el mundo, siempre ella apoyaba y la ayudaba
cuando lo necesitaba, ella sabía el mayor secreto que su tío guardaba, el tenía
novio igual de joven con quien salía en secreto, pues la familia lo mal vería por
ser homosexual, mientras ella se quejaba Armando solo la abrazo para hacerla
sentir mejor, el tanto como ella rechazaba el hecho de ser una niña a la que
todos veían cumpliendo XV años decía lo contrario, contándole otro de sus
grandes sueños los cuales radicaban en haber tenido su fiesta de XV años tanto
como cualquier otra chica, ambos entre lágrimas sintieron una presencia
extraña, mirando hacia los lados notaron como una extraña hada de color rosa se
apareció frente a ellos, tan diminuta como un dedo y brillante como la luna, la
hada les susurro al oído que podría concederles sus deseos al menos hasta que
terminaran las primeras 24 horas, ambos se miraron extrañados, pero siendo que
el hada prometía hacer que Vanesa se librara de su espantosa fiesta aceptaron,
sin saber cómo la hada chasqueo sus dedos agitando su varita cubriéndolos con
un polvo rosa, ambos experimentaron un poco de mareo girando sus vistas como un
remolino, cuando se dieron cuenta, Vanesa llevo sus manos a sus pechos
amasándolos sobre su escote sin poder crearlo, miro al hombre igual de
sorprendido frente a él asintiendo con una sonrisa modesta en su rostro,
-¡Vamos amor, tu fiesta te está esperando! –decía el nuevo Armando
mientras que el hada los veía irse
sabiendo que luego de las 24 horas a gustos con sus nuevos cuerpos jamás
querían volver a cambiar.
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