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¡Hola, buenas tardes señorita! –
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¡Hola, ay dios…, que, que sucede! –
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¡Perdona!, ¿Estas libre? –
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¡Eh…, claro, si, venga, por aquí tenemos cuartos! –
No
puede ser, pensaba con terror, luego de que mi propio padre se apareciera en el
lugar que trabajaba, sentía su mirada observando todo mi cuerpo, y como no, si
ahora era una chica bastante traviesa y deseable, no pensé que mi propio padre
viniera a este lugar y sin saberlo, elegiría a su propio hijo para cogerla como
si de una prostituta se tratase, pero claro, él no lo sabe, solo había llegado
por casualidad y al verme no pudo resistir las ganas de cogerme, de hacerme su
putita como tanto lo deseaban él y los demás tipos horribles que venían a este
lugar para cogerme.
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¡Que rica este bebe, sabes…, tengo un hijo a que podrías interesarle jejeje! –
-
¡Ay, no, yo creo que no!, una tipa tan vulgar y puta como yo no creo que sea
mujer ideal para su inteligente y refinado hijo –
-
¿Enserio, apoco lo conoces? –
-
¡Ay no jejeje!, lo digo porque al verlo a usted podría adivinar como es su hijo
–
-
¡Bien amor, ya basta de charla, déjame besarte! –
¡Ay
dios, comenzaba a besarme, sentía el roce de sus manos con mi piel, acariciando
cada parte de mi cuerpo, haciendo me su putita sin darse cuenta de que quien
estaba realmente en este cuerpo era su querido hijo, mi padre comenzó a darme
con más fuera, sentía su grueso y grande pene entrando en mi vaginita, yo gemía si parar, era mi trabajo,
no podía frenar lo que su enorme verga me hacía sentir por dentro, me hacía
sentir una mujer, me hacía sentir un gozo inquebrantable, era amor de padre eh
hijo o amor de una puta a su macho, besaba mi cuerpo con fragilidad, haciéndome
sentir un placer muy excitante en todo mi cuerpo, gemí como la puta en la que
me había convertido, gemí como la putita de mi padre, finamente, él se vino
dentro de mí y nos quedamos respirando, agotados sobre la cama, el me miro y me
sonrió, luego se vistió y me pago como la vil puta que era, al terminar con mi
jornada, me quite aquel traje de piel que había comprado, aquel traje de chica
que usaba para trabajar cada día y seguir con la cruel y horrible estafa de que
era un hombre responsable y trabajador, pero realmente, solo era una putita
dispuesta a todo por dinero, incluso, si de tener que cogerme a mi propio padre
se trataba, mis padres me saludaron felices, pensando que tenían en frente a
todo un hombre, el calor estremeció mi cuerpo, pues frente a mi estaba el
hombre que más me había hecho gozar después de todo este tiempo en la cama.
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