Luego
de llegar de la escuela, mi hija había estado llorando, al parecer, una chica
de la escuela se la pasaba molestándola, no era la primera vez, ya eran varias
las ocasiones que esa chica la humillaba, tan solo por ser algo gordita y responsable,
yo como padre no sabía que hacer, o bueno, ¿realmente sería correcto hacerlo?,
pensaba pues, yo, era un Body Hopper de herencia, tenía la habilidad de mis ancestros
de poder poseer otros cuerpos, en mi juventud lo había hecho para muchas cosas
pervertidas, pero ahora que era padre, el simple hecho de hacerlo se me había
injusto y muy perverso.
Conversé
con ella, luego de un buen rato, un padre tenía que hacer lo que fuera por
cuidar a sus hijos, entonces, confrontado por los deseños de mi pequeña, tue
que poseer a la idiota de Jenny.
-
¡Hola hija! -le decía desde el cuerpo de la chica, - ¡Papa, realmente eres tú?
-ella me gritaba sorprendido, entonces, silencie su boca para que no nos
descubrieran, ella me miro de pies a cabeza, había elegido lo más perverso para
venir vestida a la escuela con el cuerpo de esta chica, parecía toda una prostituta,
pero las ordenes de mi hija eran escuchadas por el Hopper de su padre.
Entonces,
comencé a usar el cuerpo de esta chica para toda clase de perversiones y
humillaciones que dejaba que mi propia hija me hiciera delante de todos su
compañeros, desde declararme su puta, su perra y su esclava, desde obedecer sus
órdenes, hasta cagarme delante de todos, tomar mis toallitas femeninitas manchadas
de sangre y arrojarlas a los chicos en la escuela, oh si, esta chica estaba en
sus días, y que días cajo, esta chica parecía una fuente de sangre, luego vino
lo más difícil, besarme con todos y cada uno de los chicos y maestros de la
escuela, esa fue la gota que derramó el vaso, pues rápidamente, tacharon a
Jenny como una puita, una zorra y una chica asquerosa e insana por todo lo que había
hecho durante el día, finalmente, salí de su cuerpo solo para dejarla siendo el
centro humillante de atención, todos estaban burlándose de ella si saber que
pasaba, entonces, se miró con ropa de prostituta y con manchas de sangre y excremento
en todos su cuerpo, además, se moretones y chupetones en zonas intimas y
privadas, al final, me sentía mal por la pobre chica, pues ni todo lo que le había
hecho a mi hija era razón para causarle tremendo mal, pero si es el deber de un
padre, entonces hare cualquier cosa por el bienestar de mi pequeña hija.
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