Luego
de estar muy desesperado por no encontrar trabajo, acudí con mi tía para volver
a pedirle prestado, ella estaba muy enojada, pues n o era la primera vez que le
pedía aprovechándome de que tenía un gran negocio.
-Porque
no mejor te doy un trabajo, ya estoy muy cansada de solo darte dinero para tus
andadas y sin hacer algo de provecho –, - ¡Ay tía!, porque tu negocio es de
edecanes, yo ni siquiera soy una mujer –, - ¡Pues si eso es el problema!,
entonces tengo la solución perfecta –, - ¿A qué te refieres? –le preguntaba
algo nervioso –
Entonces,
ella saco de su bolso un control remoto muy extraño, apunto hacia mi cuerpo y
luego de oprimir unos botones mi cuerpo comenzó a sentirse extraño, mi cabeza
dio mil vueltas y caí al suelo inconsciente de mi propia vida.
Al
despertar, me sentía algo extraño, la cabeza me daba mil vueltas, comencé a
sentir mi cuerpo algo extraño, pues aparentemente algo muy pesado se balanceaba
en mi pecho, -¡Tetas! –gritaba asombrado mientras las tomaba con mis manos,
sintiéndome estremecido por la impactante vista que mis ojos veían en mi pecho,
me habían convertido en una mujercita, mis senos ardían y mi cuerpo parecía
sentirse atraído por la delicada suavidad de estos, -¡Hola sobrinita, veo que
por fin te despertaste jeje! –mi tía regresaba con una sonrisa picarona –,
-¡Pero qué fue lo que me hiciste! –le gritaba asombrado de escuchar mi femenina
y dulce voz –, -¡Te transforme en una mujercita!, no es eso lo que decías que
era un problema, pues ahora mírate, ya lo eres, así que ponte a trabajar, que
tengo clientes esperando por ti, ansiosos de tenerte en sus eventos.
Mi
tía hacía que mi corazón estremeciera, me había convertido en una mujercita, tenía
un par de ricos y enormes senos colgando de mi pecho, estaban muy pesados y era
todo un impacto sentirlos balanceándose en el escote de mi pecho, mi vestido
estaba algo apretado y todos mis sexys atributos se marcaban bastante sensuales
en mi cuerpo, tenía un culo gordito y redondito, sentía como me balanceaba al
caminar con esos difíciles tacones de aguja bastante altos, me sentía toda una
zorra con el cuerpo en el que mi tía me había convertido, pero entonces,
recordé una frase que me había llamado la atención, “¿Tengo clientes esperando
por mi cuerpo?”
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