Esta
mañana, Pamela había salido con su look mas rebelde de la semana, un escote
pronunciado, dejando expuestas su hermosas y presumibles tetas, amarrando su
cabello, mientras que se colocaba una falda extremadamente corta para hacer
lucir mejor sus piernas, ella deseaba sentir la mirada de los hombres sobre su propio
cuerpo, mientras que caminaba orgullosa con su cuerpo por la calle para tomar
el camión, entonces.
Ana,
una señora de 75 años, con una vestimenta decente y dulce como una cálida
señora de edad adulta, la miraba con desprecio, al juzgar la manera en la que
ella vestía, aunque sintiendo algo de envidia por ver como la juvenil podía
expresarse libre con un cuerpo joven como el que ella poseía.
-
¿Qué paso, porque tiene mi cuerpo? – decía Pamela sorprendida mientras miraba
sus manos arrugadas, tratando de sostener su ahora teléfono para pedir ayuda,
aunque a su alrededor, los demás pasajeros estaban igual de confundidos y
tocando sus cuerpos.
-
¡No sé qué fue lo que paso, pero soy joven de nuevo!, ¿Soy…, tu? – le respondía
Ana ahora desde el cuerpo de Pamela, sintiéndose algo descubierta y
avergonzada, pero notando que ya no estaba en su cuerpo sino en el de la chica.
Por
un momento, pensó que debía de estar aterrada, pero luego de unos segundos lo
vio como una nueva oportunidad de vida, entonces, tomó el celular de la chica
eh intento pasar desapercibida a pesar de tener a su propio cuerpo con la dueña
del suyo a su lado.
-
¡Deje de ignorarme tenemos que hacer algo, busque en su celular, nadie está en
su cuerpo ahora mismo!
-
¡No me hables!, busca por tu cuenta, y tengo una nueva vida que disfrutar.
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