Las sirenas malignas

Cuando me había mudado a la costa en el puerto de Porto Vista en Brasil, muchas cosas me habían contado los aldeanos sobre las mágicas fantasías y leyendas acerca de las sirenas y esas cosas mágicas del mar que solo cuentan los borrachos por las noches, me decían que a menudo se pasaban por el mar del puerto siendo aguas tranquilas conectadas con los pueblos submarinos de sus hermanas Amazonas, ellos me decían que jamás me acercara a ellas sin importar cuanto bellas se vieran y mucho menos acceder a sus  deseos pues sería mi perdición, aun así no me dejaba de cuentos y simplemente seguía con mi trabajo en el muelle arreglando las embarcaciones sin tener temor a nada, una noche mientras terminaba de arreglar la madera de un barco pesquero, comencé a escuchar voces  y canticos con voces divinas que comenzaron a aturdirme y a obligarme a perseguir las dulces y atrapantes voces que escuchaba, hasta que uno de mis ayudantes lanzo una lanza de madera hacia  el agua ahuyentando a lo que fuera que estuviera en el agua, luego de que huyera volví en si confundido mirando a todos lados, mi compañero llego a ayudarme igual de impresionado pues jamás había visto algo como eso, afortunadamente  no me paso nada y seguí con lo mío, días después mientras probaba una lancha de regreso a la bahía, comencé a escuchar sonidos muy cerca de las rocas de la quebradiza isla de las sirenas, yo comencé a seguir la voz para ver si realmente había descubierto algo único que mis ojos nunca hubieran visto, cuando de pronto, la niebla comenzó a rodearme y a volver se  más densa cuando más me acercaba, al llegar, me encontré a una bella mujer desnuda con la piel blanca como la leche, un par de senos perfectos, un largo y hermoso cabello cobrizo con un par de ojos verdes y un abdomen plano con buena figura llegando hasta su cintura donde parecían haber unas buenas piernas largas hasta que me acercaba más y notaba que sus piernas solo eran una mala visión engañosa de su larga cola con escamas verdes, al llegar junto con ella, comenzó a sonreírme, dejo de cantar y comenzó a mostrarme su poder, la fuerza con la que nadaba alrededor de mí y la belleza con la que mostraba sus encantos y el eco unísono de su voz, ella se acercó intentando seducirme hasta que me tiro al agua y me hizo nadar junto con ella hasta las rocas, justo cuando todo lo bello terminaba, ella saco sus grandes colmillos, era  una devoradora de hombres, pero  no cualquiera, yo sabía que estaba al orden  de la muerte, a menos que un milagro me salvara, ella  me dijo con una voz muy suave, -Si vivir quieres, mi cuerpo deberás tomar y dejarme caminar como un humano normal –yo no sabía a lo que se refería, imaginaba que querría tener sexo conmigo y de esa forma probar que tan buen hombre era y quizás ella se liberaría de alguna magia que encadenaba sus piernas al mar, al acecharme a ella simplemente acepté su trato pero justo cuando ella me miro a los ojos con una mirada hipnotizante, caí dentro del agua  hasta que sentí como el agua rodeaba mi cuerpo, pero era distinto como si el agua me ayudará a moverme con mayor agilidad, inclusive podía respirar mientras que miraba hacia la superficie aun brillando cola luz de la luna a un hombre nadar rápidamente hacia la lancha y escapar con ella, luego intente reaccionar cuando me di cuenta de  que había dado un salto muy grande del fondo del agua hasta la superficie  golpeándome con las rocas, cuando desperté, miraba a  la  luz natural del día con un fuerte ardor en mi piel, intenté rascarme notando que mis uñas estaban muy largas y afiladas, de repente note todo mi cuerpo distinto y tratando de mover mis piernas caí al agua una y otra vez hasta que simplemente me quede mirando sobre la superficie del agua una larga cola de escamas verdes en lugar de mis piernas, pero sobre todo, miraba mis nuevas tetas bien  proporcionadas y con pezones los suficientemente sensibles  y erectos para excitarme con mi aun desacostumbrado cuerpo a las reacciones de mi nuevo cuerpo, intente ver hacia todos lados sin saber lo que había pasado, luego regresaba al agua más al fondo pues el sol me quemaba bastante la piel sin por remedio más que esperar en el fondo del mar hasta que anocheciera y poder volver a salir y aceptar mi nuevo destino.