La sentencia, había sido dada, y aunque me había olvidado de
actuar por completo, mi reacción debía ser completamente natural. Mientras
podía escuchar (aunque no les prestaba atención), los gritos que Karina estaba
dando. Yo simplemente había cubierto mi rostro con ambas manos para inclinarme
sobre la mesa del juez y tratar de no llorar, aunque si habían salido de mi
suaves sollozos.
-Gracias… gracias…. – eran palabras completamente sinceras y
que venían de muy dentro de mí, por fin, por fin, iba a ser libre de este
asqueroso cuerpo, al fin había ganado, Karina me entregaría su cuerpo, el
cuerpo que deseaba y merecía, mi verdadero cuerpo. Apenas escuche el resto de
la condena, que eran al menos cinco años en prisión para este cuerpo.
Sentí unas palmadas en el hombro por parte del juez, y al
levantar la vista, vi que me daba una suave sonrisa. Él no sabía lo que había hecho
seguramente, él pensaba que había regresado a una noble y pobre chica su vida.
Bueno, él podría estar con su conciencia tranquila, yo le agradecería más de lo
que Karina pudiera odiarlo.
-¡No! ¡No! ¡Suéltenme! – gritaba Karina mientras aquellos
fornidos guardias la habían tomado de los brazos. - ¡No pueden haber hecho
esto! ¡él no es yo!
-¡Señorita! – soltó el juez dando un golpe sobre la mesa – o
debería decir “señor”, verificamos toda la información, la señorita Karina –
indico haciendo un gesto hacia mí – nos dio información precisa que
corroboramos con mucha gente cercana usted, incluido sus padres – además, sus
coartadas eran completamente falsas e inexistentes, revisamos toda la
información que usted nos entregó, sobre la cuenta que decía tener y el tal
james, y no fue encontrada, no existe, tales perfiles no existen –soltó el juez dejando a Karina
pasmada.
Mi sonrisa tuvo que ser reprimida, ella no podía entender porque había fallado, quizá ella pensara que lo habían hecho mal, o que todo estaba arreglado, su torpeza y poca astucia le estaba costando muy caro.
-La máquina de intercambio esta lista, llévenselos – ordeno
el Juez
Ambos hombres empujaron y arrastraron a Karina fuera de la
sala a través del largo pasillo mientras yo me detenía para abrazar al juez que
me dio un par de palmaditas susurrando “ya paso todo”. Parecía empeñado en
hacerme sentir bien y calmarme, convencerme de que la pesadilla había
terminado, y si, después de tantos años la pesadilla terminaría, tendría un
nuevo inicio en un hermoso y joven cuerpo.
Salí de aquella sala para seguir a los guardias, Karina forcejeaba con ellos y sollozaba, repetía continuamente las frases “por favor, no, no me hagan esto” “no pueden creerle, el no soy yo” “se los ruego, no me hagan esto”
Salí de aquella sala para seguir a los guardias, Karina forcejeaba con ellos y sollozaba, repetía continuamente las frases “por favor, no, no me hagan esto” “no pueden creerle, el no soy yo” “se los ruego, no me hagan esto”
Las lágrimas de una hermosa mujer podrían ablandar el corazón
de cualquier hombre, salvo que ellos ya estaban convencidos de que era el
intento desesperado de un gordo enfermo por aferrarse al cuerpo que había
robado. Caminé detrás de ellos por el pasillo, era largo, y pronto comencé a
respirar agitado debido a que no estaba acostumbrado.
Por alguna razón, era más consiente de mi propio cuerpo,
sentía mis pies dentro de los zapatos, mis regordetes dedos que se quejaban de
aguantar mi obeso cuerpo, sentía mi respiración y mi prominente estomago bajar
y subir cada que respiraba, mi sudor, que empezaba a bajar por mi papada y
también el temblar de mis carnes, seguramente rodeadas de abundante grasa
acumulada con los años.
Karina parecía haber perdido fuerzas para retorcerse y se
estaba limitando a lloriquear y rogar de que la soltaran y no hicieran una
injusticia. De no ser yo el destinatario de ese cuerpo quizá sentiría pena por
ella. Trague saliva, ahora mi preocupación era como sería el sentir el cambio,
mi corazón latía ¿dolería? ¿y si algo salía mal?... eran muchas preguntas que
rondaban por mi cabeza. Al fin llegamos a una puerta en la que había otro
guardia, y cuando entregaron una orden con la firma del juez, este abrió la
puerta insertando una tarjeta de identificación y un código de seis dígitos, me
sorprendía la seguridad que había ahí. Nadie podría llegar a esa máquina si
quisiera hacerlo furtivamente o por la fuerza.
Era claramente intimidante, sin embargo, la puerta de acero
dio un suave chasquido antes de abrirse hacia adentro mostrando lo que parecían
dos enormes cámaras, el guardia que nos había abierto se acercó a un tablero de
comando en donde inserto otra tarjeta e ingreso nuevamente la contraseña. El
monitor mostros una serie de comandos, yo mismo podía decir que eran complejos,
y busco el sistema que desde un externo se hubiera liberado la hora para poder
llevar a cabo su funcionamiento, definitivamente esa máquina no sería usada por
nadie a menos que hubiera autorización.
Trague saliva mientras había silencio, solo roto por los
sollozos de Karina, de repente, con un chasquido, las dos puertas de aquellas
cámaras se abrieron, se abrían lentamente quizá cruelmente para Karina, y como
probando la paciencia que yo tenía. Dentro había dos sillas metálicas con reposa
brazos y arriba lo que parecía la parte superior de una máquina para cabello
que podría encontrarse en cualquier centro de belleza. Aunque sabía muy bien
que era un aditamento de tecnología tal, que nadie había podido reproducir
perfectamente en el mundo.
Mi como Karina había unos últimos esfuerzos por zafarse de
los guardias, lloraba y rogaba que no la obligasen. Sin embargo, los musculosos
guardias parecían gorilas con brazos de acero que no le permitieron zafarse,
arrastrándola prácticamente al interior de una de aquellas cámaras y forzándola
a sentarse.
Pude ver como hacían una señal al encargado del tablero, que
ingreso un par de comandos, cintas metálicas salieron de la silla. Los guardias
amordazaron con ellas los brazos de Karina a los reposaderos de la silla y sus
piernas a las patas de la misma. Una cinta adicional rodeo su frente para que
no agachara la cabeza o se resistiera cuando acomodaron aquella cúpula sobre su
cabeza.
Los guardias salieron de la cámara cerrando la puerta de
metal detrás de ellos. Trague saliva cuando me miraron, pero con un gesto
educado me dijeron “por favor”, señalando la segunda cámara. Entre casi
sintiendo que empezaría a híper ventilar. Me daba una ligera sensación
claustrofóbica, me deje caer sobre la silla de metal sintiendo que mi gordo
trasero apenas y entraba de forma apretada en aquel asiento. Parecía que no
consideraban que yo fuera a resistirme porque simplemente me pidieron que me
recargase en el respaldo para bajar la cúpula y acomodarla sobre mi cabeza.
Sentía una suave presión alrededor de mi frente cuando el aditamento
fue colocado, estaba más nervioso y asustado que nunca. No sabía si esto había
sido buena idea, pero no había marcha atrás. Cuando los hombres salieron la
puerta se cerró dejándome a oscuras un momento antes de que una tenue luz de
color rojizo iluminara el interior de la capsula donde estaba.
No sabía si transcurrían minutos, o solo segundos, pero
justo cuando iba a preguntar qué es lo que iba a pasar, sonó un pequeño pitido
encendiendo un foco color blanco en la parte superior de la cámara. No tuve
tiempo ni de buscarlo con la vista por un chirrido llego junto con la sensación
de una fuerte descarga eléctrica. Ahogue un grito incapaz de proferir sonido
alguno. Mis manos se aferraron al reposadero de metal, como si me hubiera
quedado pegado. Podía sentir la electricidad correr por mi cuerpo y como mi
cuerpo se agitaba por ello, pero incapaz de moverme, era como estar pegado a la
silla sin poder hacer nada.
Era escalofriante, tenía miedo, sentía que esto había estado
mal, que moriría en esta máquina encerrado. Aquello había durado demasiado, ¿o
solo habían sido pocos segundos? Estaba muriendo, quizá, empezaba a ver luces
frente a mis ojos, líneas azules, luego se sumaban verdes, y puntos blancos. Sentía
como si me estuvieran poniendo un destapa caños enorme en la cabeza y me
estuvieran succionando, me preguntaba si Karina estaba sintiendo lo mismo y
trataba de resistirse de algún modo ante esta sensación. Sentía que mi
conciencia se perdía, era irreal y una experiencia siniestra y horrible. De
pronto se produjo un momento de oscuridad no era consiente de nada, estaba
flotando en la oscuridad sin poder sentir, pensar o percibir nada.
Miles de imágenes corrieron por mi mente, no era como
verlas, era un golpe de recuerdos que no eran míos, y que no reconocía, había miles
de sonidos, risas, palabras, llanto, discusiones, momentos alegres. Y tan
rápido como habían pasado, se habían ido. Poco apoco, todo se volvía de color blanco
suavemente, aquellas líneas de color azul y verde volvían a verse frente a mí.
Y poco a poco sentía nuevamente la descarga eléctrica, como el proceso se
estuviera invrtiendo. Sentía las descargas recorrerme, pero de una manera
diferente. Sentía algo suave cayendo en mi rostro, la tenue luz de la cámara
era notoria y poco apoco la electricidad dejo de sacudirme
Respiraba con agitación, el terror aún estaba ahí, la
experiencia había sido sobre natural, y mis brazos seguían inmóviles en la
silla. Sin embargo, cuando mire no podía mover la cabeza, de hecho, no podía
moverme en absoluto, mi pánico duro poco pues con otro chirrido, las cintas que
me amordazaban se desabrocharon. Mi respiración era completamente agitada,
podía volver a moverme, me di cuenta que lo suave que sentía en mi rostro era
cabello, largo y sedoso.
Levante mis manos temblando, no estaba, no estaban mis
gordos y gruesos dedos, en su lugar había dos manos, finas y cuidadas, con
hermosas uñas pintadas solo con esmalte de brillo. Sentía una sensación dentro
de mí, era jubilo… confusión, alegría, no podía creerlo. Lleve mis manos a mi
rostro. Toque una piel suave, podía decir que no era mi rostro, mis pómulos
suavemente hundidos y una nariz más pequeña, labios suaves que dejaron en mis
dedos suavemente el rojo del labial que había en ellos.
En mis retorcidas fantasías imaginaba este momento, en donde
me reiría y seguramente apretaría mis pechos, lleno de lujuria. Sin embargo, la
realidad era más compleja. Bajo mi mirada para ver, que, en efecto, había un
par de hermosos y firmes pechos cubiertos por esa ajustada blusa. Me apoye en
los reposa brazos para ponerme de pie lentamente. Temía que no pudiera hacerlo,
pero fue increíblemente fácil, sentía mi cuerpo ligero, como si no pesara… era
obvio, mi mente aun recordaba lo que era mover esa mole de cebo, en
comparación, este esbelto y trabajado cuerpo era una pluma.
Un nuevo chirrido se escuchó haciendo que la puerta enfrente
de mí se abriera lentamente. La luz que se filtró me lastimo un momento la
vista antes de poder ver la habitación a la que había llegado con miedo.
Temblaba, no sabía si era por la emoción, o si era por la descarga eléctrica, o
quizá porque no estaba acostumbrado a esto, di un primer paso tembloroso, pero
mis piernas eran fuertes y listas para soportar mi peso sin problemas, a pesar
de los tacones no parecía tener problemas en poner un pie frente al otro, no
era algo que mi mente recordara hacer, pero la memoria muscular hacia
maravillas. Salí respirando aun algo agitado, tarde un segundo en reaccionar y
entender que debía seguir mi actuación hasta el final.
-Al fin… soy yo de nuevo… so y yo – solloce suavemente
pasando mis manos por mi rostro y abrazándome con mis nuevas manos. El chirrido
a mi costado me hizo volverme para ver cómo tras dos trompicones mi viejo
cuerpo daba contra el suelo. Era la antítesis de mi situación, yo saliendo, con
un cuerpo joven, esbelto y hermoso, y Karina ahora atrapada en ese cuerpo
obeso, desgastado y descuidado.
El verle caer al suelo me dio una imagen de lo patético que
me veía, y de algo modo sentí un placer cruel al ver como ahora alguien
sufriría la injusticia que había vivido yo al haberme tocado un cuerpo tan
pobre e inútil. Mi mente se había formado a la idea de que la suerte jugaba un
factor en la vida, si no fuera por ese ridículo e inservible cuerpo mi vida hubiera
sido mejor. Karina sollozaba y lloraba cuando alzo la vista para ver lo que le
había arrebatado, me preguntaba que vería ella. Yo veía a un gordo perdedor en
el suelo, ella quizá vería a alguien que le había robado su belleza y su
juventud, no me importaba.
-Te dije que recuperaría mi cuerpo – hable, fueron mis primeras
palabras. Tuve que guardar mi sorpresa, al escuchar mi suave y jovial voz salir
de mi boca.
-¡Maldito! – soltó junto con un suave sonido nasal producto
de cómo había descuidado los pulmones de ese cuerpo por años – ¡devuélveme mi
cuerpo enfermo! Eres un desgraciado
-Estás loco… - solté sintiendo el inmenso placer de haberme
salido con la mía. Pero enfatizando en mi voz una denotación de desprecio.
-Muchachos, llévenselo, tiene una condena de 5 años que
cumplir – informo el guardia a sus compañeros para que sujetaran mi viejo
cascaron por los brazos, se veía que no les gustaba tener que alzar al gordo.
Sujetar a Karina debía ser un pequeño gusto, además de que no pesaba nada, pero
incluso a esos fornidos muchachos les costó levantar al obeso por los brazos
mientras este trataba de oponer resistencia.
-¡No!, no, se los ruego, los engaño, por favor, yo soy
Karina – lloriqueaba mientras lo sacaban de la sala y el guardia restante le
miraba con desaprobación. Fue un impulso, pero los tres guardias me daban la
espalda mientras Karina atrapada en mi cuerpo era sacada de ahí.
Sonreí, pero esta vez con toda la malicia que sentía, todo
ese placer de que me habían salido bien las cosas, posiblemente un gesto que
ella nunca había hecho o visto en el espejo, que la dejo pasmada un momento.
Lleve mis nuevos y finos dedos a mis labios para dar un beso sobre ellos antes
de voltear mi mano y moverlos en señal de despedida mientras ladeaba mi rostro
burlonamente y gesticulaba con mis labios “Gracias mi amor”
La silenciosa burla hizo que Karina luchara con más fuerza e ira, pero eso solo hizo que los hombres golpeasen su prominente estomago y diera una arcada y un sollozo antes de que terminase por perderse de vista.
-Señorita Karina, le pido que salgamos de la sal a- pidió el
guardia.
-Oh, si, si – dije saliendo y mirando como la máquina que
había sido mi más grande deseo volvía a quedar tras esa puerta después de haber
cumplido mi más grande anhelo. – gracias – dije abrazando al guardia un momento
que debía de estar encantado de aquello – de verdad gracias – dije antes de
apartarme
-No se preocupe, debió pasar por mucho – aseguro.
-Sí, así fue, pero ya termino – dije con sinceridad, al fin
podría comenzar con mi verdadera vida. Me condujo a un lado del pasillo por una
puerta disimulada que resultó ser un elevador. Resultaba que el pasillo estaba
suavemente inclinado y al ser tan largo habíamos terminado un par de pisos bajo
tierra. Menuda forma de asegurarse que nadie llegara a la máquina. Ingreso su
tarjeta para que el elevador funcionara y apretó el botón que nos llevaría de
nuevo a la parte de arriba, o más bien a lo que yo creía era la planta baja del
edificio judicial.
Al salir simplemente pasamos por un pasillo antes de salir a
donde mis papas esperaban. Estos sin darme mucho tiempo me abrazaron, me
besaron la mejilla y la frente, disculpándose repetidas veces y diciéndome lo
mucho que lo sentían y me cuidarían. Mas a rastras que por mi decisión fui
llevado al auto en el que habían llegado, me decían que iríamos a su casa.
-No – dije de pronto – no, perdón… quiero, ir a mi
departamento, necesito, un momento conmigo misma, quiero saber… que tengo que
reconstruir – dije tratando de parecer afligida, no podía verme en un espejo,
pero trataba de imaginar cómo debía verse una mujer afectada – mañana iré con
ustedes hoy... necesito descansar – pedí.
Tardaron n momento, pero me dijeron que entendían y me llevarían
a mi departamento. Durante el trayecto no hablamos, o bien no sabían que
decirme, o creían que no querría hablar de mi horrible estadía en el cuerpo de
ese culo gordo, y tenían razón, no quería volver a saber nada de la vida que
acababa de dejar atrás. Mientras llegábamos empezaba a darme cuenta de enormes
diferencias que no se me habían ocurrido en ningún momento mientras fantaseaba.
Primero es que mi vista era más clara, la edad de mi antiguo
yo habían hecho que empezará a necesitar lentes, o que se me cansara, era como
ver todo de manera brillosa, colores nítidos y maravillosos. Respiraba de
manera profunda varias veces haciendo que mis nuevos padres pensaran que estaba
reflexionando, pero en realidad estaba disfrutando de mis nuevos pulmones. Era
como sentir aire limpio entrar por mi nariz y llenar mis pulmones sin llegar a
sentir dolor o sentir que no me llegaba suficiente aire. Era maravilloso, una
sensación que no entendería nadie que no hubiera pasado años sufriendo
problemas respiratorios, y todo a causa de ese absurdo peso.
Cuando llegamos me despedí de mis nuevos padres dándoles un
fuerte abrazo y asegurándoles que iría al día siguiente. Sonreí cuando mi padre
aseguro que iríamos al centro comercial al día siguiente, ya conocía su
tendencia a disculparse con regalos. El
edificio no era lujoso, pero era mejor que el barrio donde vivía antes, vivía
en la segunda planta, pero en lugar de usar el elevador me dirigí a las
escaleras. Necesitaba hacerlo y sentirlo, aunque tardase más tiempo.
Puse el primer pie en el escalón, recordando la faena y reto
que era subir mi pesado viejo yo por las escaleras. Pero esta vez sonreí, mis
piernas, torneadas, eran fuertes, jóvenes, soportaban mi peso sin problemas
mientras escalón tras escalón subía sintiendo que apenas hacia esfuerzo. Lo
hice de manera tranquila, no corrí ni metí prisa, disfrutaba una experiencia
tan sencilla como esa, algo tan burdo era una diferencia enorme entre mi yo de
antes y mi nuevo cuerpo. Respire hondo y triunfante cuando llegue al piso de mi
departamento, mi corazón latía pausadamente, no había sido un esfuerzo, mi
gordo viejo yo estaría sin aliento y con el corazón am i l por hora.
Esta vez di pasos presurosos para llegar a la puerta y usar
la llave. Al abrirla vi el interior de mi departamento. Solo lo había visto pro
algunas selfis de Karina antes, pero ahora, esto era todo mio también. Mucho
mejor que la pocilga de antes. Lo revisaría más tarde, lo primero que hice fue
ir a mi nueva habitación, era mi más profunda fantasía.
La habitación estaba medianamente ordenada, pero sonreí al
ver aquel enorme espejo en la puerta del armario, no me extrañaba, la vanidad
de Karina haría que necesitara asegurarse de que se veía bien cada día antes de
salir. Camine hacia el espejo, para que, por primera vez, pudiera contemplarme.
Ahí estaba, hermosa, joven, tan deslumbrante como la había visto por primera
vez en nuestro encuentro en aquella sala del juzgado. Aunque mis ojos se veían
suavemente rojizos por sus lloriqueos.
Fui al cuarto de baño para mojar mi cara y limpiarla por
completo con una toalla que arrojé al piso sin importarme que la había ensuciado
con el labial. Volví a mi habitación para mirarme en el espejo. Definitivamente,
sin maquillaje era mucho más hermosa, mi piel era suave y perfecta, no
necesitaba maquillaje en absoluto.
Me mire desde varios perfiles, admirando mi nuevo rostro, lo
toque suavemente, mi tacto también era diferente, era como si sintiera cada
centímetro que tocaba, las yemas de mis dedos eran pequeñas, o eso sentía. Me
aleje un par de pasos para contemplarme de arriba a abajo. Ponía mis manos en
mis caderas para cargarlas a un lado, intentando ser sexy… tenía que trabajar
en eso, dominar gestos y hábitos más precario. Me mire de perfil,
definitivamente mis glúteos se veían firmes y mis pechos grandes.
Pensé que lo primero que haría en esta situación seria
apretar con deseo mis atributos, pero me había quedado embelesado. No tenía que
ser desesperado, todo esto era mío, mío para siempre, este era mi cuerpo, no
había prisa por ser majadero…. Pase mis manos sintiendo un abdomen plano,
sentía suavemente lo tonificado que estaba. Hacia un par de meses podría decir
que era toda una fitness, la oficina había golpeado eso un poco, no importaba,
nada que no pudiera volver a tener. Decidí sentarme para poderme contemplar a
gusto, la memoria muscular de este cuero me ayudaría a tomar mi nueva vida,
pues me senté con las piernas juntas. Había que decirlo, ya no hacía falta que
abriera las piernas como antes.
-Soy… tan hermosa – dije pasando mis manos por el borde de
la tela de la blusa que llevaba antes de irla subiendo para ver mi abdomen y
finalmente quitármela dejándome ver un hermoso sostén de lencería rosa. El
color me gustaba contrastaba con mi piel de manera preciosa. Mis manos buscaron
el botón de mi Falda para quitármela también deslizándola rápidamente por mis
piernas. La lencería era del mismo color. – Perfecta… - murmure para sí
poniéndome de pie para poder ver todo el esplendor de mi nueva juventud y
belleza.
Seguía sin tener el impulso de ser agresivo o abusivo con
mis nuevos atributos, lo haría, de eso no tenía duda, pero aún no. Ver que
aquella belleza en el espejo se movía como yo quería era hipnótico,
estimulante. Lleve mi índice a mi boca mordiéndolo con un gesto sensual.
-Cuidare muy bien este cuerpo Karina… ahora es todo mío
cariño – musite con mi dulce voz. Sonaba como la de una niña buena haciendo una
promesa, y aquello hizo que sintiera algo bajo mi abdomen.
Me acomodé sobre la cama, me tendí respirando hondo, la cama
estaba llena del aroma de Karina, o, mejor dicho, mi aroma, era delicioso, un
perfume natural que tenía un toque floral. Cerré los ojos, y no se trataba de ver,
si no de explorar lo que podía sentir, las sabanas eran suaves, se veía que
usaba un suavizante bueno, o que pagaba lavandería, mi piel era diferente,
estas sabanas se sentían como si estuviera sobre seda o un tacto suave y
cremoso, muy diferente a la piel que no podía dejar de comparar con la de un
elefante, que poseía mi gordo y viejo yo.
Me tome mi tiempo de disfrutar mis nuevos sentidos, pase mis
manos por las sabanas un momento antes de ponerlas sobre mis muslos y pasarlos
en una suave caricia que me hizo erizar por completo. Las deje ir en un
recorrido por mi abdomen, sintiendo lo trabajado que estaba, fue un recorrido
que disfrute por completo hasta llegar a mis nenas cubiertas por aquella
lencería.
Me detuve un momento, pensé en que es lo que quería hacer y
sentir… me descubrí pasando mis manos de manera suave en un masaje sobre mis
pechos. Lo hacía sobre el sostén, la tela del mismo era suave, era un tacto
rico que produjo que de mi boca saliera un suave jadeo. Era como pone runa
música de ambientación a mis sensaciones.
El cuarto estaba en silencio, el cual se rompía por suaves
jadeos que salían de mi boca y el sordo sonido de mis manos frotando la tela
que envolvía mis firmes seno. Poco a poco era un poco más impulsiva, más
agresiva, los apretaba de forma suave y los movía en círculos o los alzaba
antes de dejar que volvieran a su puesto original. Sentía una ansiedad bajo mi
abdomen, y sabía que es lo que quería explorar ahora…
Pase mi mano suavemente por encima de mi braga, el
movimiento fue acompañado por un gemido más pronunciado. Dejaría que mi cuerpo
me guiara en mi exploración. Jugué unos segundos por encima de la tela antes de
levantarla. Me tomo por sorpresa sentir el vello púbico de aquella zona, había
fantaseado con Karina teniendo un coño rasurado y dispuesto como veía en las
actrices que aparecían en la pornografía que consumía vorazmente antes.
Sin embargo, el roce suavemente rasposo empezaba a gustarme.
Mis dedos exploraban alrededor de mi nueva Vagina, era espectacular, como
hombre y debido a mi peso no podía mantener una erección por más de unos
minutos, pero perdía la noción del tiempo al formar suaves círculos con mis
dedos alrededor de mi labio vaginal. Experimentaba formas de provocarme, usando
mis dos dedos juntos para delinear círculos, después separando mi índice y
anular para frotarlos por los lados haciendo un movimiento de arriba abajo. Mi
mano en mi pecho se volvía más insistente, apretaba, masajeaba e insistía,
sentía como sobre la tela sentía un pequeño punto duro, mi pezón estaba erecto,
lo apreté sobre la tela del sostén haciendo que liberara mi primer gemido.
Había sido espontaneo y dulce, delicioso de oír, me parecía más
sensual que los gemidos que las perras emanaban de la industria pornográfica, y
el gemido lo había provocado yo, y lo había dado yo.
Repetí aquello un par de veces más, mordiendo mis labios en
una acción inconsciente, mi cuerpo reaccionaba y no iba a reprimirlo, iba a ser
bueno con él. Iba a darle placer porque me daría una vida maravillosa. Iba a
cuidarlo y él me dejaría repetir mil veces estas sensaciones. Arrastre el
sostén para dejar mis pechos al aire, empezando a trabajar el mismo masaje
sobre ellos, el tacto directo sobre mi piel era un estímulo diferente, se
sentía bien, intenso, real.
Relamí mis labios a placer mientras apretujaba uno de ellos
con mi mano, eran suaves y firmes, era como apretar bombones, pero que cada que
lo hacia producía una rica sacudida que me recorría la espalda. Decidí trabajar
en mi zona intima, mis dedos trataron de entrar poco apoco, aunque me detuve, la
sensación no había sido tan placentera, pero instintivamente supe a que se
debía o debía hacer.
Alce mi mano, llevándola a mis labios e introduciendo mis
dedos en mi boca. Fue una placentera nueva sensación: mi sentido del gusto, años
de beber gaseosas y tragar grasas habían hecho mi lengua una porquería, era
notorio que Karina había cuidado mucho más su cuerpo para mí. Mi lengüita era más
pequeña, pero sentía sabores maravillosos, lo mejor era que lo primero que probaba
era “mi” sabor. Deje a mi lengüita trabajar a placer entre mis dedos dejándolos
húmedos antes de sacarlos de mi boca y hacer un segundo intento
Di un pequeño salto al sentir la diferencia, entraban de
manera suave, deliciosa y producían un gemido largo, profundo y sensual que resonó
en mi habitación. Me detuve al sentir que habían entrado lo suficiente antes de
empezar a moverlos, nuevamente exploraba, entraban y salían, se movían, y poco
a poco mi cadera se movía suavemente al compás de los movimientos de mis manos.
Apretaba las pantorrillas y arqueaba mi espalda, hasta que
llegue a un punto que me hizo dar un pequeño quejido. Fue una descarga brutal
por toda mi columna. Mis dedos volvieron a apretar esa zona haciéndome repetir
la dosis… ese debía ser mi clítoris, fui a mable, nos estábamos conociendo, yo,
la nueva Karina, iba a darle más atención de ahora en adelante e iba a tratarlo
como el gustase para sentir lo mejor que pudiera provocarme.
Una presión enorme se sentía bajo mi abdomen, quemaba, pero
era delicioso, se extendía por todo mi cuerpo y después ardía con más fuerza.
Me encontré mordiendo mi almohada con fuerza a medida que mi mano se movía más
rápidamente dentro de mí. Me sentía como una bomba de presión, esto no se
comparaba a lo que hacía cuando era hombre, era intenso, era sensual, mi cuerpo
no podía más….
Me arquee ahogando un fuerte gemido en la almohada que mordía,
sintiendo una cálida humedad que lleno mis dedos. Mis pies apretaron un momento
la cama antes de relajarme y respirar de forma agitada, y dar pequeños espasmos
cada que sentía los vestigios de mi primer orgasmo.
-Adoro… mi nuevo cuerpo… - alcance a decir retirando mis
dedos de mi interior para alzarlos y ver un ligero liquido escurrir por ellos.
Los lleve a mi boca para sentir nuevamente mi sabor, era un poco más salado que
antes, pero me encantaba, mis piernas temblaban, y aun daba espasmos más
pequeños, no podía creer que las mujeres pudieran sentir algo así, era injusto
– no… es este cuero… mi cuerpo… - iba a convencerme de que no era solo por ser mujer,
yo era especial, mi nuevo cuerpo era especial y por eso podía sentir as, Poco a
poco iba calmándome y pensar con más raciocinio. Me senté sobre la cama
acomodando mi suave y largo cabello que había terminado sobre mi rostro. ¿Qué
debería hacer?... ¿Qué tenía que hacer?, cierto, tenía que preparar mis cosas
para el día siguiente, debía ir al trabajo, y…. – No…
La palabra salió en voz alta, ir al trabajo de secretaria
era lo que la estúpida y fracasada Karina haría, por eso había terminado en ese
cuerpo gordo. Yo, mi mente deseaba éxito, y tenía un cuerpo y la juventud para
obtenerlos. Iba a renunciar a ese trabajo, mi pretexto seria obviamente el
cambio, yo era una graduada en programación y con mis habilidades no me sería
difícil encontrar algo más adecuado para ganar lo que deseaba. Me puse de pie,
Karina contactaría a sus amigas para charlar sobre todo esto y….
-No… - repetí de nuevo, mi investigación me había dado malos
modales y hábitos – eso es lo que la estúpida Karina haría – me repetí mirando
al espejo mi silueta, ahora desnuda, mirando mi bien formado trasero. Lleve mis
manos a l para jugar con mis glúteos mirando su firmeza y tamaño antes de
apretarlos suavemente. ¿Pasar la tarde tocándome? Era algo que la vieja Karina
seguramente no haría…. – Pero ahora yo soy Karina… - sonreí a mi reflejo – y
este es mi cuerpo…
Volví a la cama levantando las sabanas, después de todo, tenía
toda mi vida por delante y un mundo que explorar… no pasaba nada por dedicarme
una y tarde a conocer a mi nuevo cuerpo…
Muy bien a quedado demasiado bueno valiendo la espera bien hecho :3
ResponderBorrarFascinante historia espero la siguiente parte com ansias y muy buen desarrollo (*_*)
ResponderBorrarQue hermoso capítulo, de lo mejor ♥️
ResponderBorrarMe gustó este capítulo, y cómo ccómo alguien con queratocono que después de años con el y finalmente usar lentes de contacto y poder ver como nunca... Se lo que se siente
ResponderBorrarPero rayos aún me da lástima la pobre Karina :'v
Broken Hearth
La mejor historia que he leído. Esta al nivel de los fanfic de EEUU y es raro encontrar buenas historias tg en español.
ResponderBorrarGran historia, cada capitulo ha sido muy bien logrado, no se si la continuaras, aunque creo que ahi estaria bien, lo que pasara despues dejarlo a la imaginacion de cada quien.
ResponderBorrarmuchas felicidades
Está genial, pero no puedo evitar sentirme mal por Karina :(
ResponderBorrarAbra mas capitulos de esto? O no hay esperanza
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