miércoles, 3 de abril de 2019

El juicio - Capitulo 6 "Nueva Vida, Nueva Karina"

<span><marquee direction="left" style="background:#C51162"><font color="#FFFFFF">"El juicio "</font></marquee></span>


**Bueno gente, sĂ© que les deje mucho tiempo esperando. Pero tuve demasiado trabajo. Espero que disfruten este capĂ­tulo. El prĂłximo serĂĄ el Ășltimo donde anexare un pequeño epilogo.


Estoy trabajando en diferentes ideas para mås historias. Todas sus ideas para nuevos proyectos son bien venidas. También siempre agradeceré el apoyo y los comentarios y sus sugerencias.**

La suave luz del sol entraba por la ventana de la habitaciĂłn en la cual habĂ­a un par de prendas en el suelo, por lo demĂĄs todo estaba en silencio. La visiĂłn de la misma era tan pacifica que parecĂ­a que nada podĂ­a perturbarla, hasta el momento en que, sobre la mesa, los rojos nĂșmeros del reloj digital, cambiaron para indicar las 7:00 am.

La tranquilidad fue rota por el burdo sonido de aquella alarma, que pito un par de veces, cada vez antes de aumentar suavemente su volumen para cumplir su cometido. Aunque tras solo un par de segundos, fue silenciado por mi mano con un pequeño golpe que buscaba mås acertar al botón de apagado, que por hacerlo con precisión. Respire de manera profunda, disfrutando el aire limpio entrar en mis pulmones antes de abrir los ojos lentamente.

Era Miércoles, es decir, hacía ya tres días, que había salido de aquel juzgado con mi nuevo cuerpo. Es decir, con mi verdadero cuerpo, hacia una semana que había salido de la prisión que era la bola de cebo que antes llamaba cuerpo y que había puesto mi mente en el joven cuerpo de Karina. Me di a la tarea de cerrar los ojos cinco minutos; no necesitaba seguir durmiendo, después de todo, volvía a ser joven y tenía una salud fantåstica y mi sueño había sido completamente placentero y reparador; sin embargo, quería darme unos minutos para reparar estos tres maravillosos días.

El lunes, cuando esa alarma había sonado me había negado a despertar en el acto, todo lo que había pasado el día anterior parecía un sueño, un hermoso y fantasioso sueño, temía abrir los ojos y ver esa asquerosa barriga y los flåcidos brazos que tenía en mi viejo yo. Pero al moverme y despejar el sueño las sensaciones no eran las que recordaba. Abrir los ojos había sido un obsequio maravilloso, no solamente por constatar que no había sido un sueño, si no porque, la sola imagen de despertar y ver un cuerpo tan maravilloso como el que ahora poseía era un deleite.

Este dĂ­a no habĂ­a sido diferente, mi cama tendrĂ­a que acostumbrarse a tenerme desnuda en ella, esta parte se asemejaba mĂĄs a mis fantasĂ­as, pues por las noches mis manos exploraban nuevas formas de hacerme sentir y hacerme estremecer. DespuĂ©s de mi primer orgasmo habĂ­a dedicado algo de mi tiempo a experimentar, y no habĂ­a sido apresurada, habĂ­a descubierto que mi cuerpo era especialmente sensible si acariciaba primero mis muslos antes de zonas mĂĄs Ă­ntimas. TambiĂ©n me habĂ­a fascinado descubrir lo que podĂ­a hacer soplando sobre mis pezones hĂșmedos despuĂ©s de jugar un poco con ellos.  Aunque si bien habĂ­a explorado mucho, no tanto como habĂ­a deseado.

El dĂ­a despuĂ©s del Ă©xito de mi plan habĂ­a tenido que ir a la casa de mis nuevos padres para que me consolaran, contarles mi “horrible experiencia, siendo un asqueroso gordo por unos meses”, Y tambiĂ©n en ponerme al corriente de algunos detalles mĂĄs sobre mi nueva vida.

La ventaja es que, podĂ­a preguntar que habĂ­a hecho “ese gordo enfermo”, en mi cuerpo en los meses que me habĂ­a robado mi cuerpo. De modo, que mis padres explicaban con detalle lo tristes que habĂ­an estado que tras graduarme tuviera un trabajo tan mediocre y hubiera reducido mi vida social tanto. Los viejos me parecĂ­an empalagosos, y quizĂĄ mantuviera un poco mi distancia, pero no estaba mal tenerlos para alguna ayuda futura, por supuesto, la mejor parte fue cuando papi saco la tarjeta de crĂ©dito y me llevo al centro comercial.

JamĂĄs habĂ­a sido fanĂĄtico de las compras, despuĂ©s de todo ¿QuĂ© podĂ­a comprar siendo un tendedero en una mierda de tienda? AdemĂĄs, siendo un gordo la ropa que podĂ­a comprar era poca y monĂłtona, pero ahora tenĂ­a caderas anchas, cintura torneada y unas piernas de envidia.

Afortunadamente mi padre, como cualquier hombre no comprendía para nada la moda femenina, de modo que no sabía si mi estilo tenia cambios o si me comportaba extraño. Por supuesto, fue un alivio, porque tampoco veía extraño que tardase tanto tiempo en entender cómo ponerme algunas prendas o zapatos. Ni que no me decidía del todo cuando veía alguna talla, sobre todo en lencería o ropa deportiva. Pero me tome mi tiempo, todo el que pude hasta que las tiendas estuvieron por cerrar, y saliera radiante con bolsas llenas de nuevo guarda ropa.

Esa noche, cuando me habían llevado a mi apartamento había fantaseado en usar todo lo que había comprado, pero era demasiado. Ademås, caminar me había agotado. Curiosamente no me había molestado, en lo mås mínimo, mi absurdo cuerpo se hubiera cansado tan solo unos minutos después de empezar, mi nuevo cuerpo había estado horas caminando y probåndose ropa, y solo sentía una suave fatiga en mis piernas. A las cuales consentí con un masaje usando crema. El tacto era maravilloso, y descubrí que me gustaba relajarme y consentirme de esa manera.

HabĂ­a pasado prĂĄcticamente una hora en mi cama recordando mi estancia en el centro comercial, no solo por lo que habĂ­a comprado, si no por cĂłmo me habĂ­a tratado la gente. No era el gordo asqueroso del que se apartaban cuando pasaba. No habĂ­a gestos de desagrado por verme o que rehuĂ­an de mi dado que podĂ­an incluso oler sudor.

No, habĂ­a sido totalmente diferente, me veĂ­an con deseo, podĂ­a encontrar hombres seguir el contoneo de mis caderas, tener su vista fija en mis piernas y tambiĂ©n en algunos ayudantes de tiendas tratando de disimular el poner su vista en mi escote. DescubrĂ­ que ciertamente, todo era importante con la imagen. Si encontraba que la mirada era de un viejo o un gordo sentĂ­a repulsiĂłn hacia ello, pero si por el contrario, era de algĂșn chico joven o que pudiera verse atractivo, yo misma buscaba hacer movimientos provocadores para que su atenciĂłn no se despegara de mi.

HabĂ­a dedicado mucho a esta reflexiĂłn, y es que no lo habĂ­a pensado hasta este momento. ¿QuerĂ­a tener sexo con algĂșn hombre? ¿Los encontraba atractivos? En mis fantasĂ­as antes de obtener mi nuevo cuerpo, pensaba que despuĂ©s de que mis perversiones degradaran  mi cuerpo, o que ya no me satisficieran, me volverĂ­a adicta a la actividad sexual con otro hombre, dejĂĄndome llevar por mis “instintos femeninos”. Sin embargo, por ahora solo me gustaba su atenciĂłn, la idea de un pene entrando en mĂ­ no conseguĂ­a hacerse agradable. Aun si trataba de vincularla al placer de sentirlo aĂșn no lograba que fuera totalmente de mi agrado.

Tampoco veía en el género masculino rasgos que me hicieran distraerme del todo, o que provocasen reacciones de notar en mí. Esa noche, antes de que mis manos empezaran a explorar un poco mås mi anatomía, había sonreído antes de hablar.

-Parece que mi mente domina bien este cuerpo~

Abrí los ojos nuevamente, el día anterior no había sido demasiado especial, había mirado cada rincón de mi departamento, también había guardado mi nueva ropa, con lo cual había tardado mucho, pues me había tomado el tiempo de probarme cada conjunto y modelarlo delante de aquel espejo antes de guardarlo.

Así pues, me había levantado convenciéndome de que jamås extrañaría el torpe ritual de moverme poco apoco para mover esa antigua mole en la que estaba.

-Hola amores~ - salude mirando hacia abajo mis dos perfectos senos, que después de mi jugueteo de la noche anterior, estaban descubiertos.



El día anterior había decidido a que hoy empezaría mi nueva rutina, para empezar, Salí de la cama para ponerme un top amarillo y un pantalón cómodo, Me estire un poco para mirarme en el espejo, retorciendo un poco los labios. Hasta ahora no lo había pensado, pero mi cabello, no lo había cepillado en estos dos días, y se veían algunos cabellos rebeldes, no iba a descuidarlo, así que apuntaría el ir a la estética después para que me dejaran preciosa.

Baje a la cocina, era momento de desayunar, si bien el día que pase con mis padres comimos en un restaurante y el día de ayer simplemente había ordenado una pizza 8La cual por cierto seguía sobre la mesa casi entera), me descubrí que no podía comer ni cerca lo que antes, era normal, antes mi estómago era una maza que pedía engullir seguido, ahora tenía un estomago sano y mås pequeño.

-Bueno… no pienso volver a ser una bola de grasa – me dije estricta, despuĂ©s de sufrir eso y ahora tener este cuerpo, no pensaba caer en mis malos hĂĄbitos alimenticios, de modo que lo primero que hice fue tomar aquella piza, de la cual quedaban 6 de sus 8 rebanadas y tirarla sin mĂĄs al bote de la basura. AbrĂ­ el refrigerador, para encontrar frutos secos, yogurt, habĂ­a leche de soya, y cereal en la alacena. Para mĂ­, eran cosas secas, sin sabor en absoluto, pero ¿QuĂ© importaba?, el comer no se comparaba al dulce placer de verme en el espejo.

Me servĂ­ cereal, con frutos secos, leche de soya y un pequeño vaso de Yogurt… ¿eso deberĂ­a estar bien no? Respire hondo antes de dar el primer bocado, antes de abrirlos con sorpresa… era… era tan diferente.

¿Serian mis nuevos gustos?, no, no, a medida que masticaba querĂ­a concentrarme. Antes, mordĂ­a, mascaba un par de veces y engullĂ­a, como un animal desesperado. Comer grasas y azucares podrĂ­a bien haber arruinado por completo mi gusto. AdemĂĄs, el exceso de grasa me provocaba agruras y gases los cuales no me importaban con tal de darme el gusto de la gula.

Sin embargo, mi mandĂ­bula estaba trabajando perfectamente, sentĂ­a lo crujiente del cereal crujir suavemente entre mis dientes, perfectamente cuidados. SentĂ­a ese suave pero rico sabor del cereal, y tambiĂ©n podĂ­a sentir la dulzura de la leche de soya, la tenue acidez de los frutos secos, su textura y el azĂșcar.

Era maravilloso, un plato de cereal sano que antes me hubiera decepcionado era tan delicioso. Mi nuevo cuerpo estaba hecho para ser una chica Fitness. AdemĂĄs, la sensaciĂłn era tan agradable, que me tomaba el tiempo de masticar, saborear y tragar. Cuando pasĂ© por el Yogurt, lo convertĂ­ casi en un deleite sexual pues la textura del Yogurt hacia maravillas en mi lengua y pasaba mi lengĂŒita por la cuchara lamiendo el cremoso producto. A veces sacaba mi lengua y pasaba la cuchara frĂ­a con el yogurt dejando que este pasara por mi garganta tras saborearlo.

-Hora... de ordenar mi nueva vida – Die sintiĂ©ndome satisfecha, no solo en la cuestiĂłn alimenticia, si no tambiĂ©n, de algĂșn modo, en el sentido moral y de orgullo. No era ese perdedor que engullĂ­a papas y soda para el desayuno, habĂ­a tomado un desayuno saludable, lo habĂ­a disfrutado y seguirĂ­a asĂ­. Con esa nueva confianza, subĂ­ de nuevo a mi habitaciĂłn para ponerme uno de mis nuevos conjuntos. No tarde demasiado, a pesar de que originalmente este cuerpo no era mĂ­o, parecĂ­a que siempre habĂ­a estado pensado para mĂ­, pues fueran sus modos o no, dominaba muy bien mis manos y la forma en que debĂ­a ponerme algunas prendas, quizĂĄ mi intensa practica de los pasados dĂ­as. Inclusive podĂ­a usar tacones sin problema.

HabĂ­a temido caerme y tropezar, pero dado que habĂ­a ido despacio para ver las tiendas y que estaba en excelente forma y tenĂ­a una memoria muscular, mis movimientos habĂ­an sido mĂĄs naturales y no se habĂ­an visto orzados. Me coloque una hermosa blusa blanca que tenĂ­a un escote que dejaba ver muy bien mis pechos, y ahora venĂ­a mi toque persona, pues acomode de manera precaria un par de medias de color blanco en mis largas piernas antes de Poner una falda recta de color Negra que me quedaba entallada. Al voltearme me asegurĂ© de que mis glĂșteos se marcaran de manera notoria cuando los movĂ­a, sonreĂ­ satisfecha antes de pasar un cepillo por mi cabello. Amaba llevarlo suelto, ademĂĄs que era tan hermoso que no necesitaba demasiado, aunque irĂ­a al salĂłn de belleza mĂĄs tarde.



Lo acomode un poco antes de ponerme un par de tacones de color Negro y tomar la bolsa con todas mis pertenencias. Sería mi primer día independiente. Al abrir mi puerta y cerrarla tras de mí, era totalmente diferente. Antes me sentía encogido, quería salir a hacer lo que tenía que hacer y volver lo mås råpido posible, pero ahora me sentía confiada, empoderada, yo era la reina de este mundo. Y con esa confianza, comencé a caminar, haciendo sonar mis tacones y moviendo mis caderas al hacerlo, con el mentón arriba y la frente en alto desbordando una confianza que solo podría ser producto de mi maravilloso nuevo yo.

Al llegar a mi auto subí a él, sintiendo que tenía un gran control, era algo indescriptible, sentía que de alguna manera podía hacerlo todo, si deseaba hacerlo haría lo que yo si quisiera y nadie me diría que no. Apreté el volante, era la primera vez que tenía auto propio, pero, algo se había despertado dentro de mí.

-TendrĂ© uno mejor – sonreĂ­ mientras ajustaba el retrovisor dĂĄndome un segundo para ver mi rostro esbozar una sonrisa maliciosa. Esa imagen, que no habĂ­a visto antes logro hacer que mordiera suavemente mi labio – No me queda mal… ser una chica mala – sentencie a mi reflejo antes de ir a mi primer objetivo.

Conducir por las calles era una experiencia placentera, si bien el auto era muy autóctono, cuando miraban quien lo conducía dirigían un vistazo para capturar lo que pudieran en sus memorias de mi belleza. Cuando llegue a aquellas oficinas, estacione enfrente, bajando con una gran dignidad, y camine con tal firmeza que podrían pensar que era dueña de la empresa si hubiera llegado en un auto mås lujoso. Mi confianza desbordaba y eso era despampanante.

Por mi vista periférica vi a algunas personas que eran mis compañeros de trabajo, conocidos. No me importaban, a partir de hoy, no estaban en mis planes de vida. Camine directamente hasta la oficina de recursos humanos para poner mi renuncia en ese momento. El personal si bien quería pedirme una explicación dado que renunciaba de manera imprevista se llevarían una gran sorpresa cuando arrogante hable con el mentón arriba.

-Contrataron a un gordo mediocre, yo, soy Ingeniera en sistemas… estĂșpidos – hable arrogante. Oh si, nadie ahĂ­ sabia sobre el caso, Karina se lo habĂ­a guardado en su mayorĂ­a, y el caso era discreto, asĂ­ que no entendĂ­an – hace meses un perdedor intento robarme mi cuerpo, y consiguiĂł trabajo aquĂ­... pero ahora… yo puedo conseguir algo mejor… vendrĂ© por mi pago la prĂłxima semana – dije dĂĄndome media vuelta para salir de ahĂ­ con la misma altanerĂ­a, porte y sensualidad con la que habĂ­a entrado.

Oh si, podĂ­a sentir a las mujeres odiarme, y a los hombres babear mientras miraban mis piernas, mis caderas, mis gemelas marcarse sobre mi falda y mis nenas menearse en mi escote. SentĂ­ aun regocijo al degradar a la antigua Karina, que habĂ­a desperdiciado, no, habĂ­a estado desperdiciando todas sus oportunidades, y yo, habĂ­a llegado a dirigir este cuerpo hacia la vida que se merecĂ­a, que me merecĂ­a.

Después de eso, lo segundo, había sido ir al banco, era un proceso mås modesto, pero necesario. Después del juicio me habían dado una documentación, en la que se autorizaba de manera prioritaria que cambiase todos mis datos de banca, contraseñas y Nip, esto por seguridad para que el ladrón que había usado mi cuerpo no pudiera dar ninguna información mía. De modo que había pedido hablar con el encargado del banco para darle el documento y tras unos minutos se me había atendido en privado.

Eso era parte de mi plan, pues había pasado directamente a la oficina del encargado, ademås de que por la documentación sabría por qué habría ido, pues era una documentación que se daba por un solo motivo y expedida por un juez. El encargado era un hombre cercano a los 50 años, podría haber sido un buen mozo, pero la edad ya le ganaba la partida, dåndole mås robustez de la que debería, sin embargo, eso no detendría mi plan.

-Ahora, firme aquĂ­ y aquĂ­ señorita- indico señalĂĄndome las ultimas firmas que debĂ­a de colocar en la documentaciĂłn. Firmas que habĂ­a tenido que practicar varias veces antes de poder hacerla con fluidez. – hay algo mĂĄs en lo que le pueda ayudar? – pregunto, y ahora habĂ­a hecho lo que querĂ­a.


-P-pues si – dije moviendo suavemente mis hombros provocando un pequeño temblor en mis pechos – vera… bueno, usted sabe porque vine, lo que me paso – dije con una voz suave y afligida, habĂ­a aprendido que mis pequeños dotes de actuaciĂłn se multiplicaban con mi nuevo cuerpo, el encanto y estupor que provocaba era mucho mayor.

No necesitaba tener expresiones perfectas, solo menear suavemente mis encantos. Pase mi mano por mi cabello acomodĂĄndolo detrĂĄs para dejar a la vista mi cuelo y girando la silla para que mis hermosas piernas quedasen a la vista.

-Yo... necesito rehacer mi vida, y querĂ­a saber si usted tenia puestos de trabajo vacantes – dije justo cuando el apreciaba mis torneados muslos…



Me sentĂ­a tan poderosa, era como jugar con un perrito que querĂ­a un premio, pero necesitaba que hiciera sus trucos antes de dĂĄrsela. Por supuesto, mi cuerpo no era un premio que le darĂ­a a nadie. Conforme ese idiota me comĂ­a con los ojos, la conversaciĂłn fluĂ­a hacia mi experiencia laboral, y tambiĂ©n mis capacidades. Por supuesto, la tonta Karina no tenĂ­a capacidades reales, pero si un tĂ­tulo que yo con mis capacidades podĂ­a aprovechar, y tras mostrarle una copia de mi tĂ­tulo, Ă©l dijo que le diera unos minutos para ver si el puesto de “encargado de sistemas”, estaba vacante.

Sabia la respuesta al ver cómo mientras estaba en el teléfono, el bufón pensaba que no le miraba mirar mi cuello, mis pechos o mis piernas, las cuales movía suavemente como un gesto distraído pero que era un arma de sensualidad. Tras diez minutos me dijo que el puesto estaba libre, y que podría presentarme a una entrevista mås al día siguiente para poder empezar en la sucursal. Me hablo sobre el puesto, y sonreí al escuchar el sueldo, era jugoso, mås del doble de lo que la tonta de Karina obtenía como secretaria, por supuesto, mis planes eran el tener la vida que mi cuerpo merecía.

AgradecĂ­ a aquel hombre antes de tomar mis cosas y salir de ahĂ­. A pesar de que me producĂ­a cierto asco, debĂ­a agradecerle, una debĂ­a ser agradecida con quienes le ayudaban. De modo que torpemente deje caer mi bolsa al suelo antes de inclinarme de manera pronunciada para dejarle ver directamente mi formado culo. Levante la misma con lentitud antes de colgarla sobre mi hombro.

-Muchas gracias, disculpĂ© – me despedĂ­ conteniendo la risa al ver el bulto que se habĂ­a formado en su pantalĂłn. Bueno…. No podĂ­a decir que no le habĂ­a ido bien.

Ya habĂ­a cambiado mi empleo, ahora tenĂ­a que seguir con mi rutina, claro que, tambiĂ©n estaba la vida social de Karina, aun no sabĂ­a si yo querĂ­a ser tan extrovertida, pero… ¿Por quĂ© no probar? EmpezarĂ­a un buen empleo y ganarĂ­a mĂĄs dinero, seria exitosa y tendrĂ­a mĂĄs tiempo, asĂ­ que  no harĂ­a daño el saber que era salir con amigos, pero eso para despuĂ©s.

De nuevo en el auto puse camino al gimnasio, la bolsa en el asiento trasero llevaba mi ropa para el mismo.


Llegue para pagar nuevamente la inscripciĂłn y un par de meses por adelantado, mi cuerpo era hermoso, pero la estĂșpida propietaria anterior lo habĂ­a descuidado un poco los Ășltimos meses. Y eso no iba a permitirlo.

Tome la bolsa para ir a los vestidores a cambiarme.



Había comprado un hermoso conjunto de top y leggins que se ajustaban muy bien a mi hermosa figura, por lo cual Salí de nuevo para ver cómo debía empezar. Sin embargo, aunque quería cuidarme, no tenía idea de cómo hacerlo, no había hecho nunca el intento en mi viejo cuerpo para estar en forma, así que había pedido un instructor. Me habían dicho que estaría conmigo al salir. Aunque la verdad, es que mi sorpresa fue inmensa al ver que era una chica. Una chica preciosa, su cuerpo estaba tonificado, y suavemente bronceado. Si no fuera yo, le tendría envidia, pero quizå por primera vez mi arraigo femenino me obligo a comparar el tamaño de nuestras caderas y nuestras gemelas. Ella tenía un poco mås de cintura, pero me apunte un triunfo al ver que mis nenas eran mås grandes.

Ella se presentó como Raquel, una instructora del gimnasio, parecía extrañada del modo en que yo la miraba. Por lo que aclare mi garganta, diciéndole que quería ejercitarme y tener un plan de entrenamiento.

Si bien fue difĂ­cil hacerle creer que yo nunca habĂ­a estado en el gimnasio y que mi figura era resultado solo de correr por las mañanas y cosas asĂ­, acepto hacerme un plan despuĂ©s de que con algo de pena explicaba mis objetivos, como el tener glĂșteos mĂĄs firmes o definir un poco mĂĄs mi abdomen, asĂ­ como trabajar un poco mi pecho.

Conforme ella me marcaba la rutina, notaba dos cosas. La primera, que por primera vez estaba conversando con una mujer tan hermosa como Raquel. Siendo un gordo no tenĂ­a citas ni muchas mujeres que quisieran entablar una conversaciĂłn conmigo, pero era inusualmente fĂĄcil. Ella era muy comunicativa, y me termino contando que era un año menor que yo y que estaba en el Ășltimo semestre de la facultad para graduarse como licenciada en economĂ­a.

Con cierta ironía pensé, que, de haberla conocido un año antes y con la facilidad que ella me contaba todo, hubiera cambiado de cuerpo con ella.

L asegunda cosa que note, fue la forma en que mi cuerpo llevaba a cabo los ejercicios, nunca los habĂ­a hecho, y podĂ­a sentir el corazĂłn agitarse, asĂ­ como el cansancio, pero no era un cansancio que me desesperara o un sudor que me asqueara, de hecho, lo sentĂ­a… genial, me sentĂ­a sensual y hermosa incluso con el sudor bajando por mi cuello hacia mi abdomen, donde se perdĂ­a, en unos meses estarĂ­a perfecto.

Cuando terminamos la rutina, Raquel me acompaño a los vestidores, lejos del ejercicio, no podía dejar de mirarla, sus formas, sus caderas. Hasta que había cambiado de cuerpo con Karina, nunca había tenido a una mujer así tan cerca. Y descubrí, que mi mente aun podía ordenarle a este cuerpo el que debía encontrar atractivo y estimulante.

En los vestidores me detuve a mitad de vestirme, pues reparé en que Raquel también se estaba vistiendo, tenía pechos perfectos, casi como los míos, cuando se puso la ropa interior y el bra, con algo de pena le dije si nos podía toma runa selfie. Mi corazón casi salta cuando dijo que sí. Bueno, yo también era una hermosa y sexy mujer, no había problema.



Mi celular capto nuestra belleza, pero mi mano sobre la cintura de Raquel. Por alguna razón no la solté, incluso cuando ella hizo ademan de separarse.

-Eh… Karina… - me llamo pensando quizĂĄ en que me habĂ­a perdido pensando en algo

-Lo siento… - susurre – es que... tienes un cuerpo muy bonito – dije sin pensar y cayendo en que la habĂ­a cagado, sin embargo, ella respondiĂł de una forma en que no le responderĂ­a a un hombre, si no a mi nuevo yo, una mujer hermosa.

-G-gracias, t tambiĂ©n tienes un cuerpo muy tonificado, casi no hace falta que vengas al gimnasio… estas bien como estas – dijo con una risa nerviosa.

-¿TĂș crees? – respondĂ­…. De repente, la sensaciĂłn de poder y confianza habĂ­a regresado, que ella me recordara quien era y el cuerpo en el que estaba me doto de esa confianza de nuevo - ¿y te gusta? – pregunte tomando sus caderas con ambas manos. Raquel parecĂ­a un poco asustada y nerviosa.

-K-Karina, esto… yo no hago esto…- dijo poniendo sus manos sobre mis hombros.

-¿Hacer quĂ©? – pregunte sintiĂ©ndome maliciosa al sentir que la intimidaba.. si, tenĂ­a el control, ella gritarĂ­a si fuera ese gordo asqueroso, pero ahora estaba nerviosa e indecisa – Dijiste que tengo bonito cuerpo… ¿no te gusta?

-P-Pues sĂ­.. pero… no de esta manera – susurro bajando la mirada, pero solo encontrarĂ­a mis firmes pechos.

-Pero si no dejaste de verme cuando hacia ejercicio – dije haciĂ©ndola balbucear... era la primera vez que tenĂ­a a tan hermosa criatura cerca de mĂ­, peor la confianza que me daba mi nuevo cuerpo me dejaba ser una fiera y no un tonto nervioso de que ella gritara. Me arriesgue, acariciando su cadera hacia su cintura, sentĂ­ su cuerpo estremecerse y erizarse – tienes una piel muy bonita – susurre sintiendo mi corazĂłn latir y bajo mi sostĂ©n mis pezones raspaban de una suave manera indicĂĄndome que empezaban a ponerse ligeramente duros.

Lo siguiente fue muy råpido, demasiado como para haberlo planeado o hecho pensando. Raquel había hecho un pequeño intento de escape, pero no selo permití, poniéndola en contra de los casilleros acorralåndola contra estos poniendo mis manos a los lados. Ella alzo sus brazos en reacción para protegerse de alguna agresión. Pero no fue tal. Todo fue en una fracción de segundo, el impedirle irse, el acorralarla, el tenerla así.

Me incline sobre ella para hacer lo que mi mente deseaba y mi cuerpo empezaba a aceptar: besarla. Ella no reacciono al principio, dejåndome disfrutar, jugar con ella., sus labios eran suaves, pequeños, era como pasar la lengua sobre los míos, pero el saber que eran de esa hermosa niña me hicieron sentir un placer y excitación diferentes. Las manos de Raquel por fin se movieron, haciendo un suave e ineficiente empujón en mis hombros tratando de apartarme antes de cerrarse alrededor de mi cuello en un abrazo.


Su boca empezó a moverse, a corresponder. Era patético, pero este era mi primer beso, y lo estaba dando desde mi cuerpo de ensueño a una niña tan hermosa como podría haber soñado.

Su lengĂŒita se movĂ­a, de manera tĂ­mida, dejando que la mĂ­a entrara en su boca, que jugara con ella y me embriagara de su sabor. Los casilleros estaban en silencio, no habĂ­a pensado en que alguien podrĂ­a vernos, pero afortunadamente no habĂ­a nadie mĂĄs ahĂ­. El silencio se rompĂ­a solo por nuestros labios jugando, y nuestras lenguas chasqueando suavemente entre la saliva que fluĂ­a entre ambas.

En un punto, me separe de ella, se veĂ­a preciosa, yo sentĂ­a el calor recorrer mi rostro y mi cuerpo, querĂ­a seguir jugando, querĂ­a seguir besĂĄndola, y querĂ­a seguir tocando mĂĄs ese cuerpo y esa experiencia. ¡era mi primer beso y el mĂĄs sensual de todos! Raquel me miraba sonrojada, agitada y sorprendida, y fue la primera en hablar.

-AquĂ­ no…

Fue lo Ășnico que dijo, pero de algĂșn modo, habĂ­amos conectado, nuestras miradas se habĂ­an entendido perfectamente, sin mencionar nada mĂĄs. AsentĂ­ suavemente antes de voltearme y vestirme con mĂĄs torpeza y prisa de lo que habĂ­a hecho nunca. HabĂ­a terminado solo poniĂ©ndome la falda, la blusa y las deportivas, y Raquel habĂ­a hecho algo similar. HabĂ­amos bajado con prisa a mi auto. Por un segundo sentĂ­a que llegarĂ­amos mĂĄs rĂĄpido corriendo, pues vivĂ­a solo a unas calles. Pero logre subir a mi auto, con ella en el asiento del copiloto antes de poner la llave y conducir hacia mi departamento.

El par de minutos se me hacía eterno, y yo podía sentir como la calentura bajaba poco apoco, temía que Raquel se arrepintiera, por lo que aparque de manera råpida antes de bajar y abrir la puerta. Cuando subíamos a mi departamento podía notar, que la impresión y la calentura en ella también habían bajado. Sin embargo, llego hasta mi departamento, abrí la puerta y tome su mano para hacerla pasar.

Ella parecĂ­a un poco incomoda o indecisa, si era brusca probablemente no tendrĂ­a otra oportunidad. Mi inexperiencia me jugaba en contra, pero... por otro lado, ¿no era yo ahora una hermosa mujer que tendrĂ­a un empleo exitoso? La tome de los hombros para que se sentara, ella me miraba indecisa, Esta vez era mejor, ser mĂĄs suave.  Me sentĂ© a un lado de ella sobre el sofĂĄ, acomodando su cabello para ver su rostro, lo que ella interpreto como un gesto lindo y una pequeña caricia.

Me acerqué, un poco titubeante al principio, pero volví a juntar mis labios con los de ella. No era la sensación embriagadora que recordaba, en lugar de eso, empezó a ser un beso suave, este hubiera sido un mejor primer beso, suave, llevadero.


Mis labios eran suaves y dulces, y los de Raquel eran parecidos, ahora que ella no estaba acorralada, y yo no era tan agresiva, el juego era mĂĄs lento, pero mĂĄs fluido, esta vez deje que ella usara su lengĂŒita en mi boca, deje que ella jugara, y despuĂ©s ella me dejo practicar, mi nuevo cuerpo me sorprendĂ­a con nuevas sensaciones increĂ­bles.

La lengĂŒita de Raquel estaba atrapada entre mis labios, la chupaba como si fuera una paleta, una deliciosa paleta. Deje mi lengua afuera para que ella me la mordiera suavemente. Mi cuerpo se estremeciĂł, era increĂ­ble lo que podĂ­a lograr con un solo beso si se hacĂ­a de la manera adecuada.

Ella fue la primera en retomar las cosas, sus manos levantaron mi blusa que salió fåcilmente mientras yo la despojaba de la chaqueta que usaba. Decidí cerrar los ojos para disfrutar por completo las sensaciones, ella había empezado a acariciar mis hombros, y después mis brazos, mi piel era fantåstica, sus manos eran pequeñas y suaves, me tocaba de forma y con caricias que yo no podía hacerme a mí misma, y mi cuerpo estaba deseando mås.

Fue mi turno de quitar su blusa, dejando al descubierto esos senos perfectos cubiertos por la lencería color amarillo que ella llevaba. La contemple un momento antes de llevar mis manos a ellos. Por un momento recordé como manoseaba alas sexo servidoras que contrataba, me causaba repulsión, actuaba como un cerdo sin control, pero ahora, mis manos tomaron esas esferas de carne en un suave masaje, las exploraron, ganåndome de premio un jadeo de Raquel, esta vez, sabía que no lo fingía, ella de verdad disfrutaba mis caricias. Sentía sus pezones sobre la tela. Y me incline para besar de manera tímida al principio sobre ellos, antes de hacer mås, apretarlos con suavidad mientras mordía, y ella me dejaba ser.

Podía sentir su aroma conforme mordía y daba un suave chupetón sobre su cuello y llegaba de nuevo a sus labios. Fue su turno, quizå yo estaba mås ansiosa, porque al primer estimulo de sus manos en mis pechos gemí de manera linda, me recordaba mi primer gemido, algo tímido, pero sensual y ligero. Mientras ella exploraba las delicias que yo le había quitado a Karina mis manos acariciaron ese hermoso cabello que Raquel poseía, a diferencia de mi ella retiro mi sostén para tomar mis pezones, que duros me hicieron gemir cuando ella los mordió y succiono de forma suave. Mis gemidos iban al compås que su lengua marcaba en ellos.

Conforme subía la intensidad de sus caricias, también lo hacíamos nosotras, nos levantåbamos del sofå, y ella me dejaba conducirla hasta el santuario de mi placer, la cama que me había tenido exploråndome las pasadas noches me tendría ahora con otra mujer.


Mi falda cayó al suelo y también el short de Raquel, y el interruptor se activó, sus caricias fueron mås intensas... las mías también, mis besos retomaron el impulso del gimnasio, esa fiereza que había sentido, este ímpetu e impulso, me sentía como una tigresa que quería devorar algo delicioso, pero que mi presa, peleaba por devorarme a mí. Pero si yo la devoraba o ella a mí, no alteraba de que era delicioso.

No tenĂ­a idea de si Raquel era virgen, lo dudaba, porque ella parecĂ­a tener mĂĄs experiencia porque termine bajo de ella mientras sus manos entraron sobre mi tanga, apartĂĄndola y usando sus dedos.

Mi gemido se ahogó en la boca de mi ahora amante, al sentir sus pequeños dedos moverse, había bien que si los movía de ciertas formas me volvería loca, pero no le daría pistas, En lugar de eso provoque que mis dedos buscaran el placer de entrar dentro de ella.

La sensaciĂłn cĂĄlida me era familiar, pero podĂ­a, por mis pasadas exploraciones, entender que el interior de Raquel era diferente al mĂ­o, Explore, fui mĂĄs delicada y curiosa que ella que se movĂ­a con Ă­mpetu, busque aquel punto sensible en ella, logre hacerla gemir, gemĂ­a de forma delicada y ansiosa, si tuviera que compararla, ella era como una felina que trataba de no verse indefensa.

Mis caderas se movĂ­an, mis dedos, mis labios, el conjunto de placer y sensaciones era indescriptibles. Me estremecĂ­a al pensar, que hacia un minuto estaba segura de haber tenido un orgasmo, pero mi cuerpo se negaba a detenerse, y Raquel tampoco se detenĂ­a. Me separe de ella un momento, necesitaba aire, querĂ­a mĂĄs de ella, pero necesitaba respirar. Y mi entrenadora aprovecho para acomodarse en mi parte baja.


SabĂ­a lo que iba a hacer, pero no estaba preparada, cerrĂ© los ojos dando un profundo gemido al sentir esa lengĂŒita hĂșmeda jugar y explorar sobre mi vagina. MordĂ­ la almohada, era delicioso, ella me estaba haciendo un oral, no podĂ­a mĂĄs, sentĂ­a como mi cuerpo se embriagaba, como si no tuviera la capacidad de pensar o razonar. Solo entendĂ­a que esto era mil veces mejor que tocarme yo misma.

Raquel siguiĂł con aquello un poco mas, antes de dejarme a mi tomar la iniciativa. Lo que iba a hacer solo lo habĂ­a visto en pornografĂ­a, y pelĂ­culas, pero ahora querĂ­a hacerlo. Era mi turno de hacerla llegar al clĂ­max mĂĄs alto.

Le deje boca arriba acomodĂĄndome sobre ella y entre sus piernas para acomodar mis caderas y empujar suavemente hasta lograr que mi vagina se frotase directamente sobre la de ella.  ¡Oh dios era increĂ­ble! SentĂ­a la humedad que escurrĂ­a suavemente de mi entre pierna mezclarse con la de ella.


Mi pareja sexual gimiĂł de forma intensa, pero yo estaba empezando, iba a hacer que mis caderas bailaran hasta que se encendieran, y con esa idea movĂ­a de adelante hacia atrĂĄs, de atrĂĄs hacia adelante con un ritmo intenso sujetando la cintura de Raquel que pronunciaba mi nombre enloquecida. Eso me excitaba…

-Si… dime que te gusta... di mi nombre….

¡Karina!, sonaba una y otra vez en mi habitaciĂłn. Si, esa era yo, era mi nombre, era el nombre de este cuerpo. Yo era Karina y este era el tipo de placeres que deseaba disfrutar siempre que pudiera, era la vida que merecĂ­a y disfrutarĂ­a.

La noche trascurrió con mi nombre resonando en mi habitación, y con gemidos saliendo de ambas bocas. Nunca, había sentido nada así, tocarme, ya no parecía tan placentero después de esto. Y esa noche, después de que Raquel se quedase dormida tras haber perdido la cuenta de las veces que pensaba que la había hecho venirse, mis ojos se cerraron, y esa era, la noche mås placentera y el sueño mås delicioso que había tenido en mi vida.

Por cuarta vez, el despertador sonó al marcar las 7:00 am en punto. Mi mano lo apago sonriendo al recordar la noche anterior, después de todo, la alarma también había hecho despertar a Raquel que me miraba un poco asustada al ahora, con su mente fría después de saciar el calor de su cuerpo.


-Buenos dĂ­as dormilona  - salude antes de mirarla ponerse de pie y recoger su ropa de manera un poco apresurada y balbuceando algo sobre que “no debĂ­a haberlo hecho”. No intente detenerla, estaba muy ocupada recordando lo bien que la habĂ­amos pasado. Ella saliĂł de la habitaciĂłn con un simple “Karina, de verdad perdĂłname” – No hay nada que perdonar corazĂłn… tu no lo sabes, pero esto va a pasar seguido~-… te lo prometo. – habĂ­a descubierto un nuevo placer, y no iba a renunciar a Ă©l… mi cuerpo, era cada vez mejor.



15 comentarios:

  1. Me encanta como escribes espero tu siguiente historia con ansias y tengo tres sugerencias la primera una abogada exitosa de 30 pero sin pareja cumple años el 7 de abril el mismo día que su abuela una señora de 75 años al soplar las velas cada una pidio su deseo la nieta que su abuela viviera una vida feliz con lo que le resta de su vida y la abuela deseo alludar a su nieta a encontrar al hombre de su vida

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Te agradezco mucho las ideas!. Las tendre todas en consideracion

      Borrar
  2. La segunda es que una lesbiana de 28 gerente de un hotel lujoso y su amigo gey dueño de una tienda de ropa para caballeros tienen el mismo problema estån enamorados de personas etero ella de mejor amiga y vecina y el de unos de sus empleados pero jamas les arian caso y otan por intercambio de cuerpos

    ResponderBorrar
  3. La tercera un piloto de aviones casado y con dos hijos tiene una amante un día ellas discuten y un estraño decide intercambiar sus cuerpos para su diversión espero que elijas una

    ResponderBorrar
  4. Muy buena! Me gusta la tercera historia que propone Oswaldo

    ResponderBorrar
  5. Muy buen capitulo esperaba con ansias ya quiero ver el prĂłximo capĂ­tulo

    ResponderBorrar
  6. Me encanto este capĂ­tulo por favor no la dejes otra vez

    ResponderBorrar
  7. Fue este un capĂ­tulo muy excitante, espero con ansias la continuaciĂłn

    ResponderBorrar
  8. Excelente capĂ­tulo cuando publicaras el siguiente???

    ResponderBorrar
  9. Fue una muy buena historia me encantĂł
    Haz visto la serie transferts/transeridos/transferencias de netNetf? Si no lo hiciste te la recomiendo y podrĂ­as hacer algo similar

    Sucede en un mundo donde es posible pasar tu mente a otro cuerpo pero cuando lo haces la otra persona deja de existir por lo que solo se permite en casos de emergencia y para curar enfermedades, los cuerpos ahĂ­ son como donar un organo y soos se hace si el del cuerpo original tiene muerte cerebral o algo asi
    Pero claro al existir esto surgen mercados clandestinos de gente que secuestra y vende cuerpos para hacer las transferencias

    No diré mås por si alguien no la vio pero de nuevo es una serie que recomiendo mucho y en cierta forma estå historia me la recordoun poco

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Me has dado una gran idea para una proxima historia!

      Borrar
    2. Ah de nada entonces es bueno saber que te sirviĂł de algo
      Por cierto me acabo de dar cuenta puse net no se qué que en lugar de Netflix error mio

      Borrar
  10. La historia ha sido de las mejores creo que la estas llevando por un rumbo sexy, me encanta manipulen asi el cuerpo de las vĂ­ctimas sigue por favor

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Te agradezco tu comentario, el proximo capitulo es el cierre

      Borrar

¿Te ha pasado que quieres decir algo pero las palabras no son suficientes? Ahora puedes colocar imĂĄgenes o vĂ­deos en comentarios, con los siguientes cĂłdigos:

[img]URL de la imagen[/img]

[video]URL del video[/video]