-¡Señorita por favor colóquese el
cinturón, ya se lo repetí muchas veces!, -¡A mí no me mandes estúpida, que yo
te pago y podría ponerte de patitas en la calle!, Diana asintió y callo
regresando a su cabina, intento no sentirse mal por el modesto trabajo que
tenía pero eran las pocas cosas que sufría por un trabajo tan lindo y
extrovertido como viajar por el mundo, además como la bruja de hace un momento
le había dicho, le pagaba bien por ello, aunque no dejaba de sentirse furiosa
por no dejarla hacer bien su trabajo, tan solo era por su seguridad.
El avión despegó y Diana aun mirando por
las cámaras de seguridad de su cabina
notaba como la déspota mujer no había hecho caso de las indicaciones, cuando el
avión despego dio un una maniobra muy estrepitosa haciendo que Diana chocara su
cabeza y que la mujer se fuera de boca contra el suelo quedando inconsciente,
fue unas horas de vuelo más tarde cuando el fenómeno del Public Transfer hizo
lo propio con ambas mujeres a quienes intercambio durante su lapso de sueño,
Diana despertaba confundida, sentía su cuerpo más pesado y un fuerte dolor en
su cara, noto que sus labios estaban manchados de sangre y que sus pechos
habían aumentado considerablemente su tamaño, además de que su piel era un poco
más bronceada y sus uñas tenían una decoración más fina, tomó sus pechos
apretándoles con incredulidad dirigiéndose al baño notando a sí mismo el
hermoso vestido blanco que llevaba puesto, noto que aún se encontraba en el
avión por lo que guardo la calma, al mirarse en el espejo su rostro realizo una
expresión de asombro, se tocó muchas veces pellizcándose para despertar del que
pensaba ella que era un sueño, pero ahora tenía el cuerpo de la señorita
Vertiche, la nueva excéntrica mujer millonaria suspiro, sonrió maliciosamente
al escuchar un gemido doloso desde la cabina, tomó una postura sexy y decente
frente al espejo acomodando sus nuevos hermosos senos en su escote, se peinó su
nueva hermosa cabellera y se giró de regreso caminando con buen porte usando
sus nuevos tacones de 18 centímetros notando como sus caderas se movían más
sensualmente al compás de los tacones, al llegar abrió la puerta de la cabina
donde estaba su viejo cuerpo y encontró a la mujer retorciéndose con el
cinturón de seguridad sin saber cómo quitárselo, además de que inmediatamente
reconoció el uniforme de azafata puesto al momento de despertar lejos de sus
refinadas facciones y la elegancia de su vestimenta, al mirarse una a la otra
el silencio se rompió entre las dos al momento en el que una empezó a gritarle
a la otra, -¡Maldita puta que me hiciste porque estoy en tu cuerpo! –la pelea
continuo siendo Diana la vencedora, luego de esperar algunas horas en el avión
el capitán le ordeno a su azafata que ayudara a la señorita a bajar del avión
con su equipaje, Diana siguió su camino aún bajo las condiciones agresivas con
las que tenía que enfrentarse a la mujer quien no podía aceptar su problema
corporal observando como la azafata a la que conoció en poco tiempo le
arrebataba su cuerpo y si vida de caprichos.
No siempre las ricas caprichosas consiguen todo lo que quieren...
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