Felices fiestas amigos
En un mundo que respiraba lo mismo que el nuestro mismo aire, mismo sol, mismos dilemas
Existe Mamá Noel una mujer de eterna juventud, con cabello de color nieve que brillaba como diamantes bajo las estrellas y ojos azules como el mar polar. Vivía en un castillo de hielo en el Polo Norte, rodeada de renos alados y duendes que trabajaban en silencio, pero su poder no residía en los regalos
residía en la magia navideña, un fluido cálido y luminoso que hacía realidad un solo deseo
Cada año Mamá Noel le concede un deseo al niño más bueno él número 1 de su lista
Este año, el elegido era Miguel, un chico de doce años que vivía en una casa modesta de Guadalajara, en el barrio de Guadalajara Miguel no era bueno por cumplir con una regla ayudaba a su vecino inválido a llevar el correo, cuidaba a los perros callejeros de la plaza, y siempre compartía su merienda con el compañero que no tenía nada.
Un jueves de diciembre, Miguel se sentó en su mesita con un papel blanco y una pluma rojo en la mano. Había soñado con ese camión de bomberos
Carta dé navidad 🎄
Mamá Noel: Soy Miguel, tengo doce años. Cumple con mis deberes en el colegio, ayudo a mis padres y nunca miento. Este año, te pido un camión de bomberos Por favor, te lo ruego. Te quiero mucho
Estaba a punto de cerrar la carta cuando escuchó voces altas desde la sala. Sus padres estaban discutiendo de nuevo ya era la cuarta vez esa semana. Miguel se levantó con sigilo, se acercó a la puerta y escuchó, presionando su oreja contra el madera.
Carlos : ¿Cuánto tiempo más vamos a aguantar esto Rosa? Yo paso las noches en ese trabajo de velador Es aburrido de muerte, y me hace sentir como si ya no tuviera razón de ser
Rosa : yo paso los días en esa empresa de marketing, creando campañas que no me importan ni un poco lo hago porque tú apenas traes dinero. Tengo ideas en la cabeza cuadros, esculturas, colores que quiero pintar pero permanezco encerrada en la oficina
Carlos : Era un atleta —corría, jugaba al fútbol, levantaba pesas todos los días. Ahora mirame gordo, con dolores en la espalda y las piernas, incapaz de dar un paso sin cansarme. No puedo ni jugar al fútbol con Miguel
Miguel sintió cómo una lágrima rodaba por su mejilla, mojando su camiseta. Había visto a sus padres discutir muchas veces, pero nunca había escuchado a su padre hablar de sí mismo con tanta derrota
Él niño arrugó la carta en un mano y cogió un papel nuevo. Esta vez, sus palabras eran más serias, más maduras de lo que correspondía a su edad:
Carta navideña 🎄
Mamá Noel Lo siento, cambié mi deseo. No quiero el camión de bomberos. Quiero que mis padres sean felices que dejen de pelear que sean felices como antes
Ésa misma noche Miguel dejó su carta en él árbol 🌲 Luego, se acostó en la cama y cerró los ojos, esperando que la magia existiera aunque sus padres ya no creyeran desde hace años.
Con todos en la casa dormimos Mamá Noel entró en la casa sin hacer él menor ruido con pasos mas ligeros que los de una hormiga leyó la carta
Mamá Noel Este deseo lo haré realidad,” murmuró ella, levantando la carta al cielo. La magia navideña salió de sus manos, brillando como un cometa, y se dirigió hacia la casa de Miguel, envolviéndola en una luz cálida que nadie podía ver pero todos podía sentir.
Carlos sé encontraba dormido en el sillón con una foto dé su boda cuando aún se amaban mientras Rosa sé encontraba en su habitación cuando una luz invisible para ellos los rodeó a ambos
Mientras la lus los envolvía a su mente vinieron recuerdos dé un pasado lejano cuando tenían veinte años recién casados cuando aún eran felices juntos
A la mañana siguiente él ruido de las personas saliendo de sus casas de los niños jugando despertó a Carlos
Carlos despertó a las seis de la mañana con un zumbido suave en la cabeza que desapareció en segundos. Se levantó de la cama y sintió algo extraño no tenía dolores en la espalda, ni en las piernas, ni en los brazos. Se miró con el reflejo del su celular se quedó boquiabierto sin poder hablar.
Carlos sé levantó la camiseta viendo un abdomen plano y bien formado
No era el hombre de cuarenta años que conocía. Era un joven de veinte años, con el cuerpo musculoso que tenía antes del accidente, el pelo corto y negro era su apariencia de sus veinte
Carlos : Rosa ven aquí. Ahora mirá ésto
Rosa se levantó de la cama, ruborizada por el sueño, y se acercó al espejo. También se quedó muda, con los ojos abiertos de par en par. No era la mujer cansada de cuarenta años con cabello corto y arrugas en la frente. Era una joven de veinte años, con cabello largo y negro, rostro suave y ojos azules brillantes que reflejaban la luz del sol.
Rosa abrió su camisa y vio un abdomen plano sin marcar y sus pechos estaban firmes y no caídos
Rosa : ¿Que está pasando?”
Ella, tocando su cara con las manos, como si fuera un sueño del que pudiera despertar en cualquier momento.
Ambos salieron corriendo encontrado en el pasillo llevándose una sorpresa mutuamente
Carlos : Yo no sé, pero me siento bien muy bien
Carlos : Es como si hubiéramos vuelto al pasado. Sin dolores mirame estoy delgado
En ese momento, Miguel salió de la habitación, frotándose los ojos. Se detuvo en la puerta, con la boca abierta de sorpresa, y retrocedió un paso.
Miguel : ¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde están mis padres?”
Carlos y Rosa se miraron con sorpresa Carlos se acercó a Miguel y le tocó la cabeza con cariño su mano era fuerte, como la de un atleta.
Rosa. : somos nosotros tu mami y tu papá ¿Recuerdas las fotos que té enseñé? Mirá nuestras caras
Rosa aún sin saber que era lo que había pasado trataba dé calmar a su hijo para que no sé asustara
Carlos : No sabemos cómo pasó, pero hemos vuelto a tener veinte años somos nosotros tús papás
Miguel miró a su padre, luego a su madre, y vio en sus ojos la misma ternura que siempre le habían dado. Se echó a llorar de alegría y abrazó a ambos, apretando con fuerza.
Miguel : pero ¿Que les pasó? Sé ven tan jóvenes
Ante Tal pregunta ninguno supo que responder dél por qué había vuelto a ser jóvenes pero por él bien de su hijo ambos mantuvieron la calma
Carlos para aprovechar su juventud recuperada sé llevó a su hijo al parque para jugar fútbol y distraerlo un poco
Mientras tanto Rosa sé quedó en casa tratando dé averiguar que pasó o ése era él plan hasta que sé volvió ha ver en el espejo
Rosa tras haberse quedado sola sé miró con más manos jóvenes y tersas, sin rastro de las arrugas que había visto por última vez. Allí estaba, el rostro que recordaba de sus veinte años, radiante y lleno de vida.
Lo primero que hizo fue admirar su reflejo. Pasó los dedos por su piel suave, maravillándose de la elasticidad y el brillo juvenil. Sus ojos, antes cansados, ahora brillaban con una chispa traviesa. Se probó ropa que había guardado de su juventud, sintiendo la tela acariciar sus nuevas curvas.
Salió a la calle con una sonrisa, sintiendo la mirada de los jóvenes. Se sentía renacida dé alguna manera su juventud renovada la hacían tener un sin fin dé ideas de nuevas pinturas. El mundo era un lienzo en blanco, y ella, una artista con una paleta llena de colores vibrantes.






