Gustavo
era un tipo nefasto, durante toda su vida solamente se había dedicado a ser un
criminal inmundo mas en el mundo, además de haber violado a algunas mujeres en
su recorrido delictivo por la vida, pero en su ultimo asalto a un banco,
Gustavo fue detenido y sentenciado por todos sus crímenes a cadena perpetua.
Pero
Gustavo no se quedaría así, pues al poco tiempo, se entero de una bruja que se
encontraba de visita cada día 13 de cada mes, la cual venia disfrazada de
cristiana benevolente, Gustavo no dudo ni un segundo en pedirle ayuda a la
anciana para darse a la fuga, el necesitaba salir de ese lugar y volver a ser
libre.
La
bruja accedió a ayudarlo pero con la única condición de que debía de dejar su
cuerpo físico para encontrarse con otro lejos de la cárcel, con una nueva
identidad y donde nadie pudiera encontrarlo o sospechar de él, Gustavo aceptó
pero con una condición extra de la anciana, quien le decía que esto solo podía
hacerse con aquel primero de sus hijos que llevara su sangre, Gustavo no tenía
ni idea de si tenia hijos en el mundo, ya que jamás había mantenido una
relación estable con ninguna mujer y mucho menos recordaba a sus ex novias.
Aun
así, Gustavo aceptó el trato, ya que solo de esa forma funcionaria el hechizo,
todo para que horas más tarde, Gustavo despertara confundido dentro de un tren
bala en movimiento, sacudido por su nuevo cuerpo, mientras que observaba dos
globos de carne sacudiéndose en su pecho.
-
¡Soy una niña! –Gustavo jadeaba al descubrir que su primogénita era una
mujercita de 17 años –¡Bueno, dos tetas son mejor que nada! –decía Gustavo
apretando los senos de Ximena, su única hija quien había sido producto de una violación,
a una chica en el pasado, hace 17 años, hija de un importante empresario, quien,
a pesar de todo, la aceptó tener y amar como su hija querida.
Buena.
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