martes, 23 de diciembre de 2025

Regreso a la infancia


Mario abrió la puerta de casa con el hombro, cargando la mochila y el cansancio del día en la oficina. Había sido una jornada interminable —reuniones, informes sin fin y ese cliente que nunca se conformaba— y solo quería un vaso de agua fría y sentarse a descansar un rato antes de preparar la cena.

 

Pero lo que vio al cruzar el umbral no fue lo que esperaba.

 

En el centro de la sala, sobre un caballo de juguete rojo con ruedas que había pertenecido a su hijo hace años, estaba su esposa, Elena. Se balanceaba con entusiasmo, moviendo las manos como si agarrara riendas, y gritaba a todo pulmón: “¡Yee-haw! ¡Vamos, Relámpago! ¡Ganamos la carrera!” Su pelo, que normalmente llevaba recogido con seriedad, estaba suelto y desordenado, y tenía una sonrisa tan amplia y desinhibida que Mario se quedó paralizado. Además, todo el suelo estaba cubierto de papel de regalo desgarrado: los juguetes que habían comprado para Navidad estaban todos abiertos, tirados por doquier, como si alguien hubiera tenido una euforia imparable.

 

          


Mario: Elena, amor, ¿qué pasa aquí?” preguntó, aún en la puerta.



Ella se detuvo, miró a Mario con ojos brillantes y respondió con una voz más alta y juguetona de lo normal: “


Elena : ¡Papi llegó! ¡Ven, ven! Acabo de abrir el tren de juguete y hace ‘chuf-chuf’!”


Mario frunció el ceño. Esa forma de hablar, esa energía... no era de Elena. Era más bien como la de su hijo, Lucas, de 10 años. Justo en ese momento, escuchó un sonido desde la cocina: el tintineo de tazas de porcelana.



Se acercó con cautela y miró por la puerta. Allí, sentado en la mesa pequeña, tomaba té con una postura erguida y seria, Lucas. Pero no era el Lucas que conocía. Llevaba una blusa de Elena, ajustada a su cuerpo más pequeño, y tomaba el tazón con las dos manos como si fuera una dama en un salón de té. Cuando vio a Mario, levantó la mirada con una expresión calmada y respetuosa.


 

Lucas : Buenas tardes, Mario”, dijo con la voz de Elena, clara y medida. “Lamento el desorden en la sala. Nuestro hijo. bueno, yo, ahora. se emocionó mucho al ver los regalos. He estado tratando de explicarle que hay que ordenar después, pero es complicado cuando tienes estas piernas tan cortas y ganas de correr por todo lado.”


Mario se sentó en una silla, sin poder creerlo. Los ojos se le llenaron de lágrimas de la sorpresa y la confusión. 


Mario : ¿Lucas? ¿Es tú, mi amor?”


El niño que era realmente Elena asintió con ternura. 


Lucas : Sí, cariño. No lo entiendo tampoco. Me desperté esta mañana en la cama de Lucas, con sus ropas y su altura. Y cuando fui a buscarlo, lo encontré en nuestra habitación, con mi cuerpo y actuando como si fuera un niño de 10 años. He intentado llamar a un médico, pero todo el mundo piensa que estoy loca... o que es una broma de Navidad muy extraña.”


 


En ese momento, Elena en el cuerpo de Lucas  entró en la cocina saltando, con el tren de juguete en la mano. 


Elena : ¡Mamá! ¡Papi! ¿Quieren jugar conmigo? El tren va a la Nochebuena!” Se detuvo al ver la cara seria de su esposo y bajó la mirada. “¿Estás triste, papi? Lo siento si desordené. Pero era tan bonito todo...”


Mario se levantó, se acercó a él y le dio un abrazo. A pesar del cuerpo pequeño, sentía el aroma familiar de Elena, el mismo que había amanecido con él durante 15 años.


Mario : No, mi amor, no estás triste. Solo... es un poco difícil de entender. Pero tú eres tú, sea cual sea el cuerpo que tengas.”


Elena en el cuerpo de Lucas  se acercó también y puso una mano en el hombro de Mario. 


Lucas : Lo sabemos. Y seguro que encontramos la forma de arreglarlo. Mientras tanto, tal vez deberíamos aceptarlo. Por lo menos, hoy podemos pasar una Navidad diferente. Yo he estado pensando en cocinar lo que a Lucas le gusta  tacos con queso y pastel de chocolate  y él... bueno, él quiere jugar a construir un castillo con los bloques.”


Mario miró a los dos, a su esposa en el cuerpo de su hijo y a su hijo en el cuerpo de su esposa, y sonrió a pesar de todo. Tal vez no era la Navidad que esperaba, pero era la suya. Y en el fondo, lo único que importaba era que estaban juntos.


 

Mario : Vamos a construir ese castillo. Y luego cocinamos tacos. Pero de acuerdo en una cosa: después de jugar, ordenamos todo el papel de regalo


Elena —en el cuerpo de Lucas— saltó de alegría. 


Elena. : Claro, papi! ¡Yo ordeno todo! ¡Y luego jugamos a los caballos otra vez!”



Y mientras el sol se ponía por la ventana de la cocina, llenando la habitación de luz cálida, Mario pensó que tal vez debería irse 


Mientras Elena y Marcos trataban de mantener la calma por bien su hijo Lucas estaba jugando imaginando que él cabello era de verdad 


Lo que ellos no sabían era que esté cambió había sido debido a la magia krampus que solo quería armar desastre en una familia feliz 


miércoles, 17 de diciembre de 2025

Una navidad 🎄 familiar capítulo 2 Final 😓

les deseo una feliz navidad 


Ese mismo día, Carlos decidió hacer lo que había querido hacer durante veinte años: jugar al fútbol con Miguel. Fueron a la cancha de la colonia, donde había otros niños jugando a un partido desorganizado. Carlos se quitó la camisa, mostrando su cuerpo musculoso, y se unió al equipo de Miguel.



Ver a su padre correr por la cancha, saltar para agarrar la pelota, patear con precisión eso lo hizo llorar de alegría a Miguel. Los demás niños se maravillaron con la habilidad de Carlos

Miguel : Papá, eres el mejor del mundo


Carlos : Ahora tenemos todo el tiempo del mundo para jugar


Mientras tanto, Rosa se quedó en casa, mirando sus viejos cuadros que estaban guardados en un armario. Sentía la creatividad volviendo a ella con fuerza ideas de colores, formas, escenas que quería pintar se acumulaban en su cabeza. Decidió llamar a su vieja amiga Sofía, que era dueña de una galería de arte en el centro de Guadalajara.

Al principio Sofía no crei lo que la joven le decía pues ella no era dé creer mucho en la magia hasta que iso una videollamada viendo con sorpresa él rostro rejuvenecido de su amiga 

 

 Rosa : Quiero mostrarte mis cuadros. Tengo muchas ideas nuevas, y quiero exponerlos 

Rosa sonrió. Por primera vez en veinte años, sentía que su vida tenía sentido. No tenía que seguir en ese trabajo de marketing que la mataba mentalmente —tenía la juventud y la pasión para seguir su sueño.


Una hora después Rosa fue a la galería de Sofía. Allí, conoció a Lucas, un chico de veintidós años que era asistente de Sofía y también pintor. Lucas tenía cabello castano rizado, ojos marrones brillantes y un cuerpo delgado pero musculoso era el tipo de hombre que Rosa habría mirado cuando era joven.


 Rosa : Es la primera vez que muestro mi  trabajo en años. Me sentía… bloqueada


Durante las semanas siguientes, Rosa fue a la galería todos los días para pintar. Lucas la ayudaba con los materiales, le daba consejos sobre colores y formas, y hablaban de arte hasta que anochecía. Rosa sentía una atracción por él que nunca había sentido con nadie más  ni siquiera con Carlos, aunque lo amaba. Era una atracción física, intensa, que la hacía olvidar su vida anterior, sus problemas, su matrimonio.


Un día, cuando estaban solos en la galería, Lucas se acercó a ella y la miró a los ojos.


Lucas : te deseo He pensado en ti todo el tiempo. Quiero estar contigo

Rosa se quedó muda. Sabía que era mal, que estaba casada con Carlos, que tenía un hijo. Pero en ese momento, ella era una joven de veinte años, y Lucas era joven y guapo y le hacía sentir viva. Asintió con la cabeza, y Lucas la besó  un beso lleno de pasión, que la hizo temblar



Llevaron su relación a su dormitorio un apartamento pequeño que Lucas alquilaba cerca de la galería. El encuentro fue placentero, sí, pero cuando terminaron, Rosa sintió algo extraño: la atracción que sentía era solo física. No había conexión emocional, no había palabras que compartir después. Solo silencio y un sentimiento de vacío que le llenaba el pecho.


Al día siguiente, mientras estaba en la galería, Rosa escuchó a Lucas hablar por teléfono con alguien.


Lucas : Ven esta noche. Mi marido no va a estar en casa. Estaremos solos


Rosa se quedó petrificada. Lucas era casado con un hombre, y ella era solo una aventura para él. Se dio cuenta de lo que había hecho: había traicionado a Carlos, a su hijo, a sí misma, por una atracción que no significaba nada. Mientras lloraba en silencio, cogió sus cuadros y se fue de la galería, sin decirle nada a Lucas.


Rosa llegó a casa y encontró la puerta abierta. Al salir al patio, vio a Carlos y Miguel jugando al fútbol. Carlos estaba sudando, con la camisa arrollada hasta el pecho, y Miguel corría detrás de él, riendo a grito pelado. Carlos pateó la pelota hacia el arco que habían hecho con dos sillas, y anotó un gol. Luego, se giró y vio a Rosa. Sonrió una sonrisa grande llena de alegría que Rosa no veía desde hace veinte años

Miguel se dio cuenta de la presencia de su madre y corrió hacia ella, abrazándola con fuerza.

 

Miguel : Ven a jugar con nosotros! Papá me está enseñando a patear con la izquierda!” gritó, sus ojos brillando de emoción.

 

Rosa miró a Carlos, que se acercaba con la pelota en la mano, y sintió cómo el vacío de moments antes se convertía en un nudo en la garganta. Carlos no notaba nada —su sonrisa era tan sincera como la de cuando eran jóvenes, su mirada tan llena de amor como la primera vez que le dijo que la quería.

 

Rosa Claro mijo Ahora mismo voy.”

 

Mientras jugaba con ellos en el patio, Rosa intentó olvidar lo de Lucas, pero cada risa de Carlos, cada abrazo de Miguel, le recordaba lo que había perdido en un momento de debilidad. Había vuelto a tener la juventud que soñaba, pero había olvidado que la felicidad no venía de la belleza o la pasión momentánea 

venía de los lazos que habías construido durante años, de los sacrificios que habías hecho por los que amabas.

 

Esa noche, mientras Carlos dormía a su lado, Rosa se levantó y se sentó en la ventana, mirando las estrellas. Cuando vio un trineo volador ella no lo podía creer acaso Mamá Noel era real 


El día de Navidad llegó rápido. Miguel se despertó temprano, emocionado por ver si Mamá Noel había venido 

aunque ya sabía que su deseo ya se había hecho realidad. Bajó a la sala y encontró a sus padres, que le esperaban con una caja grande envuelta en papel rojo con lazos dorados.

 

Miguel abrió la caja con manos temblorosas y se quedó boquiabierto era el camión de bomberos que había pedido al principio luces que parpadeaban, sirenas que aullaban, una escotilla que se abría y cerraba.

 Miguel : Pero yo no le pedí esto a Mamá Noel. Le pedí que ustedes fueran felices.

 Gracias, Mamá Noel,” murmuró Miguel, mirando hacia arriba.

 

Ese día, la familia se reunió con sus vecinos, con el abuelo de Miguel. Carlos jugó al fútbol con los jóvenes de la colonia, Rosa mostró sus primeros cuadros nuevos a los invitados, y Miguel jugó con su camión de bomberos, compartiéndolo con los demás niños.

 


Hola todo les pido una disculpa sé suponía que está historia sería de 4 capítulos pero por cuestión de tiempo ise un resumen de la historia 

Durante los siguientes días si me es posible subiré mini historias 


jueves, 11 de diciembre de 2025

Una navidad 🎄 familiar capítulo 1

Felices fiestas amigos 

 


En un mundo que respiraba lo mismo que el nuestro mismo aire, mismo sol, mismos dilemas


Existe Mamá Noel  una mujer de eterna juventud, con cabello de color nieve que brillaba como diamantes bajo las estrellas y ojos azules como el mar polar. Vivía en un castillo de hielo en el Polo Norte, rodeada de renos alados y duendes que trabajaban en silencio, pero su poder no residía en los regalos 


residía en la magia navideña, un fluido cálido y luminoso que hacía realidad un solo deseo

Cada año Mamá Noel le concede un deseo al niño más bueno él número 1 de su lista 

 

Este año, el elegido era Miguel, un chico de doce años que vivía en una casa modesta de Guadalajara, en el barrio de Guadalajara Miguel no era bueno por cumplir con una regla ayudaba a su vecino inválido a llevar el correo, cuidaba a los perros callejeros de la plaza, y siempre compartía su merienda con el compañero que no tenía nada.

 

Un jueves de diciembre, Miguel se sentó en su mesita con un papel blanco y una pluma rojo en la mano. Había soñado con ese camión de bomberos


                   Carta dé navidad 🎄 

Mamá Noel: Soy Miguel, tengo doce años. Cumple con mis deberes en el colegio, ayudo a mis padres y nunca miento. Este año, te pido un camión de bomberos  Por favor, te lo ruego. Te quiero mucho

 

Estaba a punto de cerrar la carta cuando escuchó voces altas desde la sala. Sus padres estaban discutiendo de nuevo ya era la cuarta vez esa semana. Miguel se levantó con sigilo, se acercó a la puerta y escuchó, presionando su oreja contra el madera.

 

Carlos : ¿Cuánto tiempo más vamos a aguantar esto Rosa? Yo paso las noches en ese trabajo de velador Es aburrido de muerte, y me hace sentir como si ya no tuviera razón de ser

 

Rosa : yo paso los días en esa empresa de marketing, creando campañas que no me importan ni un poco lo hago porque tú apenas traes dinero. Tengo ideas en la cabeza  cuadros, esculturas, colores que quiero pintar pero permanezco encerrada en la oficina 

 

Carlos : Era un atleta —corría, jugaba al fútbol, levantaba pesas todos los días. Ahora mirame gordo, con dolores en la espalda y las piernas, incapaz de dar un paso sin cansarme. No puedo ni jugar al fútbol con Miguel

 

Miguel sintió cómo una lágrima rodaba por su mejilla, mojando su camiseta. Había visto a sus padres discutir muchas veces, pero nunca había escuchado a su padre hablar de sí mismo con tanta derrota


Él niño arrugó la carta en un mano y cogió un papel nuevo. Esta vez, sus palabras eran más serias, más maduras de lo que correspondía a su edad:

                       Carta navideña 🎄

 Mamá Noel Lo siento, cambié mi deseo. No quiero el camión de bomberos. Quiero que mis padres sean felices que dejen de pelear que sean felices como antes 


Ésa misma noche Miguel dejó su carta en él árbol 🌲  Luego, se acostó en la cama y cerró los ojos, esperando que la magia existiera aunque sus padres ya no  creyeran desde hace años.

Con todos en la casa dormimos Mamá Noel entró en la casa sin hacer él menor ruido con pasos mas ligeros que los de una hormiga leyó la carta 


Mamá Noel Este deseo lo haré realidad,” murmuró ella, levantando la carta al cielo. La magia navideña salió de sus manos, brillando como un cometa, y se dirigió hacia la casa de Miguel, envolviéndola en una luz cálida que nadie podía ver pero todos podía sentir.

 Carlos sé encontraba dormido en el sillón con una foto dé su boda cuando aún se amaban mientras Rosa sé encontraba en su habitación cuando una luz invisible para ellos los rodeó a ambos 


Mientras la lus los envolvía a su mente vinieron recuerdos dé un pasado lejano cuando tenían veinte años recién casados cuando aún eran felices juntos 

A la mañana siguiente él ruido de las personas saliendo de sus casas de los niños jugando despertó a Carlos 

Carlos despertó a las seis de la mañana con un zumbido suave en la cabeza que desapareció en segundos. Se levantó de la cama y sintió algo extraño no tenía dolores en la espalda, ni en las piernas, ni en los brazos. Se miró con el reflejo del su celular se quedó boquiabierto sin poder hablar.

Carlos sé levantó la camiseta viendo un abdomen plano y bien formado 


No era el hombre de cuarenta años que conocía. Era un joven de veinte años, con el cuerpo musculoso que tenía antes del accidente, el pelo corto y negro era su apariencia de sus veinte 

 

Carlos : Rosa  ven aquí. Ahora mirá ésto 

 

Rosa se levantó de la cama, ruborizada por el sueño, y se acercó al espejo. También se quedó muda, con los ojos abiertos de par en par. No era la mujer cansada de cuarenta años con cabello corto y arrugas en la frente. Era una joven de veinte años, con cabello largo y negro, rostro suave y ojos azules brillantes que reflejaban la luz del sol.

Rosa abrió su camisa y vio un abdomen plano sin marcar y sus pechos estaban firmes y no caídos 

Rosa : ¿Que está pasando?” 

Ella, tocando su cara con las manos, como si fuera un sueño del que pudiera despertar en cualquier momento.

Ambos salieron corriendo encontrado en el pasillo llevándose una sorpresa mutuamente 

Carlos : Yo no sé, pero me siento bien muy bien


Carlos : Es como si hubiéramos vuelto al pasado. Sin dolores mirame estoy delgado 

 

En ese momento, Miguel salió de la habitación, frotándose los ojos. Se detuvo en la puerta, con la boca abierta de sorpresa, y retrocedió un paso.

 

Miguel : ¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde están mis padres?”

 

Carlos y Rosa se miraron con sorpresa Carlos se acercó a Miguel y le tocó la cabeza con cariño su mano era fuerte, como la de un atleta.

 

Rosa. : somos nosotros tu mami y tu papá ¿Recuerdas las fotos que té enseñé? Mirá nuestras caras 

Rosa aún sin saber que era lo que había pasado trataba dé calmar a su hijo para que no sé asustara 


Carlos : No sabemos cómo pasó, pero hemos vuelto a tener veinte años somos nosotros tús papás 

 

Miguel miró a su padre, luego a su madre, y vio en sus ojos la misma ternura que siempre le habían dado. Se echó a llorar de alegría y abrazó a ambos, apretando con fuerza.


Miguel : pero ¿Que les pasó? Sé ven tan jóvenes 

 

Ante Tal pregunta ninguno supo que responder dél por qué había vuelto a ser jóvenes pero por él bien de su hijo ambos mantuvieron la calma 

 Carlos para aprovechar su juventud recuperada sé llevó a su hijo al parque para jugar fútbol y distraerlo un poco 


Mientras tanto Rosa sé quedó en casa tratando dé averiguar que pasó o ése era él plan hasta que sé volvió ha ver en el espejo 


Rosa tras haberse quedado sola sé miró con más manos jóvenes y tersas, sin rastro de las arrugas que había visto por última vez.  Allí estaba, el rostro que recordaba de sus veinte años, radiante y lleno de vida.

 

Lo primero que hizo fue admirar su reflejo. Pasó los dedos por su piel suave, maravillándose de la elasticidad y el brillo juvenil. Sus ojos, antes cansados, ahora brillaban con una chispa traviesa. Se probó ropa que había guardado de su juventud, sintiendo la tela acariciar sus nuevas curvas.


Salió a la calle con una sonrisa, sintiendo la mirada de los jóvenes. Se sentía renacida dé alguna manera su juventud renovada la hacían tener un sin fin dé ideas de nuevas pinturas. El mundo era un lienzo en blanco, y ella, una artista con una paleta llena de colores vibrantes.


martes, 2 de diciembre de 2025

Jefa machista capitulo 2

Carol se encontraba en su oficina con la mente completamente en el trabajo dejando de lado todos esos pensamientos inapropiados


Carol se reclinó en su silla de cuero negro, su mirada fija en la puerta de su lujoso despacho. La luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas de seda, bañando la habitación en un tono dorado que contrastaba con la frialdad del mármol y el acero


La puerta se abrió lentamente, y su secretaria, una mujer de cabello castaño y ojos verdes, entró con pasos vacilantes. Llevaba un vestido ajustado que acentuaba sus curvas, y su expresión era una mezcla de nerviosismo y curiosidad. Irma con paso lento entró con la taza de café en mano 


En cuanto Carol la vio entrar la observó con una sonrisa lasciva, disfrutando del poder que tenía sobre ella. La secretaria se detuvo en el umbral, notando el cambio en la actitud de su jefa. Algo en el aire era diferente, cargado de una tensión que no había sentido antes.

Irma : A qui tiene su café señora ¿Sele ofrece algo más?


Carol : Cierra la puerta y acércate


 Carol  sin apartar la mirada de la mujer.  La desistió con la mirada. Su tono era firme, pero había un dejo de algo más, algo que hacía que la secretaria se sintiera tanto atraída como intimidada. Irma no sabía que era está sensación 


La secretaria obedeció, cerrando la puerta con un suave clic antes de acercarse al escritorio. Sus tacones resonaban en el suelo de mármol, cada paso un recordatorio de su presencia. Carol la observó con detenimiento, su mirada recorriendo el cuerpo de su secretaria como si fuera un objeto a su disposición.


Carol : Tráeme ese café y siéntate en mis piernas, puta.

Irma : Disculpe 🤨 creo que escuché mal 

La secretaria se congeló por un momento, sorprendida por el tono machista y la orden tan directa. Nunca antes Carol había hablado de esa manera, y la repentina cambio la descolocó. Pero algo en su interior, algo que no podía explicar, la hizo obedecer. Se acercó al escritorio, sintiendo el calor de las piernas de Carol a través de su falda ajustada


 cuando se sentó sobre ellas. El contacto era eléctrico, y el aroma del perfume de Carol la envolvió intensificando la sensación de estar atrapada en una situación que no podía controlar.


Carol : Que linda eres tienes un rostro hermoso y un trasero fabulosos dame un beso 


Carol sonrió, satisfecha por la obediencia de su secretaria. Sus manos se movieron con lentitud, acariciando los muslos de la mujer a través de la tela de su vestido

 Irma contuvo la respiración, sintiendo cómo el calor se extendía por su cuerpo. Carol subió lentamente sus manos, rozando la entrepierna de la mujer con una intencionalidad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.


Carol : Sabes que te he estado imaginando en lencería, ¿verdad? 


Carol susurró al oído de Irma su aliento caliente en su piel con la lengua lamiendo su oreja Irma no sabía porque obediencia sus órdenes 


 Carol : Quiero ver cómo te corres en mi oficina, zorra.


La secretaria cerró los ojos, tratando de procesar las palabras de Carol. Su cuerpo respondía a pesar de sí misma, su corazón latía con fuerza y su piel se erizaba. Nunca había imaginado que su jefa pudiera ser así, pero ahora que lo experimentaba, no podía negar el deseo que crecía en su interior.

Carol apretó su mano en el cuello de la mujer, tomandola con fuerza obligándola a mirarla cortando su respiración 


Carol : No te resistas me deseas.  Eres mía ahora, y vas a hacer todo lo que te ordene.

Irma : yo no puedo decir que no 

Sus labios se posaron en el cuello de la mujer, besando y lamiendo con una lentitud tortuosa. La secretaria gimió suavemente, su cuerpo temblando bajo el contacto. Carol sonrió contra su piel, disfrutando de la reacción de la mujer. Con una mano, desabrochó los primeros botones de su blusa, exponiendo el escote de Irma a su vista.


Carol : Eres tan puta.  Me encanta cómo te excitas con mi poder.


Irma : si 

La secretaria no pudo responder, su mente en blanco mientras Carol continuaba besando y mordisqueando su cuello. Las manos de Carol se movieron con habilidad, desabrochando el sostén de la mujer y liberando sus pechos. La secretaria sintió un escalofrío al aire fresco en su piel expuesta, y un gemido escapó de sus labios cuando Carol tomó uno de sus pezones entre sus dedos, jugueteando con él con una mezcla de firmeza y ternura.


Carol : Vas a chuparme él coño hasta que me corra en tu boca, putita 


Con un movimiento rápido, desabrochó su falda tirando la a un lado mientras que Irma sé pone bajo la mesa obedeciendo sus órdenes incapaz de desobedecer sus órdenes 

La secretaria abrió los ojos, su mirada llena de una mezcla de deseo y miedo. Nunca había estado en una situación así, pero algo en la dominación de Carol la excitaba de una manera que no podía ignorar. Se arrodilló frente a su jefa, sus manos temblorosas mientras se ajustaba el vestido. Carol la observó con una sonrisa satisfecha.


Carol  : No me hagas repetir las cosas, zorra. Abre la boca y haz lo que te ordeno.

Irma : si 

Carol : No hables 

La secretaria obedeció, abriendo la boca y extendiendo la lengua para lamer su coño. Carol gimió, cerrando los ojos mientras disfrutaba de la sensación. Con una mano en la cabeza de Irma la guió hacia adelante, obligándola a tomar más de su coño metiendo su lengua hasta él fondo 


 Irma chupó y lamió con entusiasmo, sintiendo cómo su propio cuerpo respondía al toque de Carol 


Carol : Así me gusta, putita Chupa, chupa hasta que me corra en tu boca y te ahogues en mis jugos zorra.


La secretaria intensificó sus movimientos, su lengua recorriendo su coño mientras sus manos se aferraban a los muslos de su jefa. Carol la guio con fuerza, su respiración acelerándose mientras se acercaba al clímax.


Tras alcatraz él clímax Carol recobró el control de si misma de inmediato ella sé levantó mirando a Irma en él piso en 4 con la boca abierta y babeaba 


Carol  : Hay por dios hay por dios pero que hicimos lárgate ahora 


Irma salió debajo de la mesa limpiándose la boca mientras salía corriendo de la oficina 


¡