viernes, 13 de marzo de 2020

Tener una amiga popular cuesta caro







Lo que haba pasado en los últimos meses era de lo más raro que casi nunca pasaba, yo era un chico común como cualquier otro, me mantenía al margen en la sociedad inclusive de los grupos populares como así les decimos siempre los chicos que no somos relevantes para la sociedad, fue entonces que Liz, la chica más sexy y popular de la escuela había comenzado a hablarme, se acercaba al principio en secreto, me pedía no decirle nada a nadie y yo claro como cualquier chico que prefería evitarse problemas sabiendo que una chica como ella me hablaba me quede sin decir nada, luego poco a poco comenzó a hablarme más acerca de su vida, comenzó a ser más íntima conmigo como si yo fuera inclusive una chica a la que le contaba sus mayores y peores problemas, pensé que solo me estaba jugando una broma, quizás una apuesta, o quizás posiblemente de verdad una chica rubia y hueca se había interesado en alguien como yo, luego de un tiempo, en el que inclusive me mostro a su familia, Liz me pidió que hiciéramos algo muy especial, desde luego no me sentía su novio ni nada parecido, de hecho ella aún tenía a su novio con quien salía a menudo, yo asentí suponiendo querría algún favor pero aun no me sospechaba que era lo que en verdad me propondría, ella me llevo aun lugar conduciendo su flamante Mustang color rosa que le habían regalado sus padres, salimos ambos de  auto frente a un pequeño edificio, pensé que quizás sería un motel o algo parecido intentando no pensar morbosamente que ella querría tener sexo conmigo, pero al entrar parecía ser un  instituto clínico como cualquier otro, yo pregunte  que hacíamos ahí pero ella callo y solo me mostro una sonrisa, firmo unos papeles y luego me pidió que yo firmara, no pensé en lo que estaba haciendo más haya de leer los papeles los cuales bote al instante firmándolos aun sorprendido, pues ella pedía intercambiar cuerpos conmigo indefinidamente, había escuchado de este  tipo de lugares pero no pensé fueran reales, las verdaderas preguntas eran, ¿Por qué conmigo?, por qué yo, porque quería cambiar con un chico tan insignificante como yo, pero no era momento de hacerla entrar en presión, entre junto con ella en la máquina y luego de unos  instantes me sentía algo diferente, mire hacia todos lados encontrando sus bien formados senos en mi escote, ella me miro con mi cuerpo y sentí un vacío muy extraño en mi interior, me sonrió y me dijo.

 -¡Adelante, pruébalos! –mis ganas no se arrepintieron luego de experimentar un cosquilleo muy placentero y suave al amasar mis nuevas tetas, salí de la máquina y ambos regresamos al auto, me sentía algo incómodo al caminar pues todo se movía de su lugar pero poco a poco lo empezaba a controlar, ella me miro dentro del auto del lado del copiloto, -¿Qué no piensas irnos  ya…? –ella me hablaba, entonces mi corazón se aceleró, yo podría conducir ese poderosísimo carro, ahora era mío yo era Liz, tenía su cuerpo y vida, conduje hasta su casa cruzándose de brazos, -¿Por qué me has traído a tu casa Liz, se supone me deberías haber llevado a la mía?, oh espera es verdad, un niño como yo debería dejar a su chica en su casa en lugar de ella a la mía –luego de eso, se fue caminando dejándome en su casa, luego comencé a entender todo, yo conocía su casa y a su familia  y para todos ellos yo era  Liz, los nervios me invadieron pero poco a poco me puse en mi papel sin que nadie sospechara nada, pasando una semana, Liz me seguía hablando penosamente como si fuera yo, todos me trataban como la linda chica popular e inclusive me aterraba un poco pero sentía que quería al chico que ahora era mi novio, pasando un dos meses ya estaba cansado, quería mi cuerpo de vuelta, estaba harto de que todos me vieran como la chica tonta y popular a la que podían manipular, me sentía más solo que en mi antigua vida, llame a Liz para vernos en un lugar seguro y pedirle de regreso mi cuerpo, me puse un poco linda pero con un pantalón pues hacia frio aun poniéndome una blusa bonita y escotada para resaltar mis tetas, -¡Liz devuélveme mi cuerpo ya! –le sostenía, pero ella asintió negando con la cabeza un par de veces hasta que se marchó dejándome sola, me cruce de brazos enfadado por su arrogancia, luego de eso, me envió un mensaje en el que me pedía disculpas, pero no pensaba devolverme mi cuerpo, estaba feliz siendo el chico que era ahora, tenía buenos amigos, se divertía, era inteligente y sobre todo, nadie la trataba como basura, comencé a llorar todo lo que pude, pero entonces me di cuenta, si ella podía divertirse y aprovechar muy bien mi cuerpo, ¿Por qué yo no?




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