martes, 23 de septiembre de 2025

“𝐋𝐚𝐬 𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐈𝐧𝐝𝐞𝐩𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 -𝐘𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐞𝐫 𝐮𝐧 𝐌𝐞𝐱𝐢𝐜𝐚𝐧𝐨-”



Gerard Muller estaba fascinado al estar por primera vez en el continente americano, el hombre de 75 años siempre había estado fascinado por conocer sobre la cultura mexicana, desde pequeño había leído la historia de nuestro país y se había sentido sumamente atraído por nuestras tradiciones  y costumbres.


Gerard anhelaba un día poder visitar México y cuando se jubiló por fin comenzó a planear su viaje de excursión y si no es que sus planes para vivir en el país Mexicano lo que le quedará de vida.


Era su mayor sueño, tanto que deseaba incluso poder experimentar que se sentía ser un humano mexicano, tener su piel color café, su personalidad divertida y entretenida de los mexicanos, poder divertirse y disfrutar como un mexicano más. 


Gerard no odiaba ni rechazaba la suerte de haber nacido en su país natal, Alemania, pero siempre soñó con ser un mexicano.


Finalmente había reservado un hotel en un pueblo mágico, ya que no quería llegar a otra ciudad más y perder en tiempo entre edificios y personas modernas, él quería experimentar desde las culturas mágicas indígenas de los pueblos mágicos de México.


Llegando por primera vez al pueblo de Taxco, en Guerrero, donde radicaba gran parte de la cultura colonial tradicional y moderna.


Casi se acercaba el grito de la independencia, por lo que Gerard estaba más que emocionado, explorando y aprendiendo de los pueblos indígenas.


Pero por mucho que Gerard aprendiera y conviviera con la gente mexicana, él no podía arrancarse esa obsesión por ser de sangre mexicana, veía y envidiaba con cierto recelo a las personas que habitaban más comunidades mexicanas, deseando poder verse como un mexicano.


Cuando el día de la Independencia finalmente llegó, Gerard esperaba con ansias, fue cuando el presidente municipal comenzó a gritar con garra.


¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!


Que las campanas de la Independencia comenzaron a resonar por todo el pueblo, pero algo extraño sucedía.


El cielo comenzó a ponerse de color verde, como si las auroras boreales quisieran acariciar con su belleza natural adornando las tierras mexicanas con un espectáculo de luces.


Gerard estaba más que fascinado creyendo que los mexicanos siempre vivían este gran momento con tal impresionante paisaje.


Pero de repente todos estaba paralizados y sus cuerpos cayeron completamente indefensos, Gerard se miraba a sí mismo en el suelo, por alguna razón que él no entendía podía ver su alma fuera de su cuerpo, mientras observaba como todas las personas a su alrededor pasaban por la misma situación.


Las personas estaban alteradas y Gerard no entendía que pasaba, creyendo que era parte de la tradición mexicana, una extraña tradición de la cual él nunca había leído en la historia que creía de nuestro país.


Pero al ver como todos estaban atónitos, trató de preguntar, descubriendo que nadie podía volver a sus cuerpos y que algo extraño sucedía.


De repente, Gerard comenzó a escuchar una extraña voz.


-¡Entra en uno de esos cuerpos, siente la sangre mexicana dentro de ti! -decía la voz extraña susurrándole al oído.


-¿Qué, quién es, qué está pasando, entrar en donde? -Gerard grita asustado mientras escuchaba sorprendido como entendía el idioma nativo de la cultura que radicaba en aquel sitio.


Gerard miraba los cuerpos de las personas quienes sollozaban lamentándose, que al igual que el, con miedo esperaban a que el extraño fenómeno terminara.


De repente, algunos comenzaron a cometer la maldad de empezar a introducirse en otros cuerpos, Gerard miraba la escena con cierto morbo y curiosidad.


-¿Qué esperas, no deseabas ser un mexicano? -le decía aquella voz repitiéndole de nueva cuenta lo que debía de hacer para ser feliz.


Gerard lo estaba analizando, él siempre había deseado ser un mexicano, por alguna razón del destino, la vida se lo estaba cumpliendo, miraba y miraba los cuerpos de personas que aún permanecían sobre el suelo.


Un poco de curiosidad mezclado con algo de morbo estremeció sus sentidos, una pregunta y una incógnita de la vida.


¿Y poseía un cuerpo de mujer? 


Pensó mientras miraba a unos metros el cuerpo de una chica muy bonita y adornada con una típica vestimenta mexicana.


Gerard picado por la intriga, el morbo, la curiosidad y el placer de ser lo que su alma pedía a gritos, se acercó hasta la chica quien aún estaba fuera de su cuerpo, ella lo miró con un poco de temor y sin poder hacer nada para detenerlo, observó como el hombre que lucía diferente a las personas de su pueblo, se introducía dentro de su cuerpo luego de exclamar perdón por lo que estaba apunto de hacer.


Gerard con un poco de culpa, descendió hasta el cuerpo de aquella chica dejando atrás su vieja vida como alemán, para convertirse en una mujer mexicana.


Gerard sentía como su alma poco a poco se adaptaba al cuerpo de la chica, de repente podía sentir, oler, tocar, mirando a través de los ojos de una bonita mujer mexicana lo que el mundo nuevo le estaba ofreciendo, a su alrededor, la multitud enardecía llena de pánico y locura, mientras que todo su nuevo cuerpo le ardía sintiendo todos esos nuevos cambios que había adquirido con su decisión.


Gerard estaba asombrado y muy feliz por su decisión, mientras miraba su pecho notando lo bonito y firme que era, aunque era extraño sentir ese peso extra en su pecho, que rebotaba ligeramente por la gravedad, su cabello largo y trenzado como una niña mexicana y su preciosa vestimenta típica y tradicional mexicana.


Gerard trató de levantarse admirado por el cuerpo que había adquirido, disfrutando del hermoso cuerpo que tenía, sintiendo con pasión y poder esa exquisita sangre mexicana por la que había deseado tanto tiempo pertenecer.


Gerard miraba su cuerpo sintiendo su suave  piel, acariciando la suave tela que vestía su cuerpo y recorría con sus ojos cada parte de su ser, sintiendo con mucha plenitud y felicidad, Gerard comenzó a caminar hacía la iglesia tratando de ir a agradecer a los espíritus por esta oportunidad.


De repente, un chico muy joven se acercó a Gerard quien estaba algo molesto y comenzó a decir cosas en un idioma que lentamente comenzaba a entender, su mente comenzaba a procesar la información del idioma que ahora parecía que le pertenecía, debido a la capacidad de su nuevo cerebro de hablar el idioma nativo de su nuevo cuerpo.


-¿Qué te pasa pendejo?, ¿Cómo te atreves a tomar mi cuerpo?, ¡Maldito viejo pervertido devuélveme mi cuerpo! -gritaba el pequeño joven que parecía más bien un niño haciendo berrinche.


Citlali quien estaba dentro del cuerpo del pequeño chico, estaba furiosa luego de ver como el tipo se había robado su cuerpo, ella intentó perseguirlo pero notaba que siendo un alma no podía hacerle nada, así que no tuvo otra opción más que meterse en el primer cuerpo que encontró y perseguir al tipo que se había robado su cuerpo.


-¡Yo lo siento pequeña!, no fue mi intención pero tu cuerpo me gustó mucho y esto me hace tan feliz, siempre quise ser un mexicano como tú -trataba de hablar Gerard mientras explicarle a Citlali las razones del porqué había tomado su cuerpo.


-¿Y porque no tomaste el cuerpo de algún hombre?; ¿porque tenías que tomar el mío, acaso eres un puto gay? -le repetía con coraje al darse cuenta de que ahora ella había poseído el cuerpo de un hombre.


Citlali quiso salir de ese cuerpo, pero no podía, de repente todo el ambiente se había normalizado quedando sellados en sus nuevos cuerpos.


Gerard se dio cuenta de que ya no había vuelta atrás, ese cuerpo le pertenecía desde ahora, se sentía renacido, como si fuera una persona completamente nueva, sintiendo el calor de su nuevo cuerpo y su sangre pura y mexicana recorriendo cada parte de su cuerpo.


-No te desanimes, puedes verme cuando quieras, pero yo seré tu desde ahora, tu cuerpo es muy bonito, muchas gracias por mantenerlo así para mi.


-¿Como te atreves a decirme eso estúpido?, ¡Por tu culpa ahora estoy atrapada en este cuerpo, me arruinaste la vida! 


Gerard hizo caso omiso a los berrinches que estaba haciendo aquel tipo, prosiguió a explorar la bella ciudad con su nuevo cuerpo, el ambiente era nocturno y sombrío, la gente ya comenzaba a meterse a sus casas y aceptar las consecuencias de lo que había sucedido y de las decisiones que tomaron.


Citlali tuvo que seguir con su nueva familia mientras que Gerard buscaba su nuevo hogar, encontrando una pequeña y linda casa tradicional a la cual ahora pertenecía con una linda familia mexicana, encontrándose con un padre de familia, su nueva madre, dos hermanos mayores ahora él era la hermana menor de una bonita familia tradicional mexicana.


Gerard se metió a su cuarto sin decirle nada a aquel a familia, quienes sin saberlo también había cambiado de cuerpo entre ellos.


-¿Cómo te fue en la fiesta mija? -decía su madre quien realmente era el hermano de Citlali dentro del cuerpo de la madre.


-¡Muy bien, me siento increíblemente bien! -respondía una Citlali diferente.


La familia notaba como su querida niña actuaba distinto, quizás había sido afectada, quizás era alguien más ocupando ese cuerpo, pero al menos había regresado a casa con su familia.


Gerard explotaba la casa y descubría su nuevo cuerpo, estaba emocionado de lo que estaba viviendo, apresurado por el tan esperado momento de mirar su cuerpo totalmente desnudo.


Gerard se sentía extasiado por las sensaciones que le provocaba su cuerpo femenino, estrujando sus senos con lascividad y sin sentir vergüenza por lo que estaba haciéndole al cuerpo que no le pertenecía, pero eso no le importaba, quería probar y sentir la carne de una verdadera mujer mexicana.


Los gemidos se escuchaban por toda la casa; Gerard no sabía que en México todo lo que pasa en las habitaciones lo escuchaban todos, la chica estaba en su periodo de exploración y estaba desenfrenada probando su feminidad.


Al día siguiente, Gerard despertó feliz al respirar y sentir el dulce aroma de la mañana mexicana, sintiendo la suavidad y placer de cada parte de su cuerpo, había pasado una deliciosa noche de pasión descubriendo su nuevo cuerpo e identidad, salió al jardín de la casa que conectaba con el balcón de su habitación, encontrándose casi desnuda con sus nuevos vecinos.


-¡Viva México, amo este país! -decía Gerard entonando una dulce melodía que resonaba en su mente cada que escuchaba hablar de su nuevo país.


Sus nuevos vecinos miraban con morbo, todo parecía ser felicidad para Gerard quien estaba cumpliendo su más profunda fantasía.


-Kary-




1 comentario:

  1. hola, me gustó esta nueva historia pero porque no haces una historia de 3 o 5 capitulos de una señora mayor amable que por accidente posee el cuerpo de su adulta y hermosa pero guarilla hija y esta empieza a obtener sus memorias y actuar guarilla como lo hacía su hija (si lo consideras podrías usar imágenes de ava addams para la historia)

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