Mi perro Firulais

-¡Eso, eso buena perra, buena perra, eso es! –luego de que el juez me diera la victoria en el caso de mi perrito, sabía que sería muy raro lo que pasaría pero con tal de hacer justicia por mi perrito Pulgas aguantaría una responsabilidad tan grande, las leyes enviaron a Melisa y a mi Pulgas a la clínica de intercambio cambiando sus mentes, luego de que Pulgas saliera de su cuerpo cayó al suelo inmediatamente intentando oler todo en un mundo nuevo lleno de perspectivas, firme finalmente un contrato de protección y de delegación de responsabilidades donde acordaba hacerme cargo con respeto del cuerpo de Melisa y así mismo cuidar de ella mientras estaba en el cuerpo de mi Pulgas, al principio no fue fácil, sobre todo porque tenía que bañar diario a Pulgas en su nuevo cuerpo y era algo muy cachondo bañar el cuerpo de una chica, no fue fácil no intimar con Pulgas teniendo un cuerpo tan caliente como el suyo, mientras que amarraba a Melisa para que no intentará detenernos, menos mal que la sentencia duraba 20 años, sino no sería posible que alguien me detuviera al tener relaciones con mi perro en su cuerpo, fue difícil que Pulgas aprendiera a usar ropa humana y sobre todo femenina, pero cuando estábamos solos en casa lo dejaba estar desnudo sin esa molesta ropa, no quiero imaginarme en esa situación vergonzosa de tener que ser mujer, aunque muchas veces quise intentarlo cambiando con Pulgas pero si me descubrían la sentencia se invertiría en mi contra, luego de un tiempo, Melisa afronto la ley de la vida muriendo en el cuerpo de Pulgas, lamentablemente para su familia y para Pulgas quien no recuperaría su cuerpo, pero al menos todos aceptamos el destino final de esta historia y logre tener más que un mejor amigo, una novia, esposa y amante a la que podía hacer mi sumisa cuanto yo quisiera.