𝑫𝒆𝒃𝒆𝒓 𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆

 

Y ahí estaba yo, mirando la enorme verga de mi nuevo esposo, tenía que tomar el sacrificio por el bien de mi familia, aunque más bien por el bien de mi futuro, ahora que nunca conseguiría el perdón de mi hija por haberle hecho esto, tendría que tomar las riendas y disfrutar de los placeres de su cuerpo, cuando menos todos los que pudiera darme ahora que volví a ser joven de nuevo.

Cuando mi hija se había convertido en toda una mujer, había recibido la atención de varios buenos pretendientes, ella era la obsesión de muchos hombres y varios con buen billete que darían todo por la ingenua de mi tonta hija, pero ella se resistía, se aferraba a sus tontas ideas feministas de no necesitar nada  de un hombre para ser feliz, ella quería ser única e independiente, yo estaba frustrado, cuando, Erik, un importante y joven empresario había puesto sus ojos en ella, simplemente lo rechazo y no quería nada que viniera de sus sucias intenciones por estar con ella, yo enfurecí, esto era el colmo, teníamos por fin a nuestra mina de oro, pero mi hija era tan estúpida como para involucrarse.

Fue por eso que decidí intervenir de una vez por todas, esta gran oportunidad no se me escaparía de las manos, fue entonces, que, mediante un medallón antiguo, intercambie nuestros cuerpos, ahora yo tenía el cuerpo de mi hija y ella el mío, mi mujer hizo todo porque ella no dijera nada, incluso, la desaparecimos con mi cuerpo para poder terminar con nuestros planes, no era lo que esperaba, pero era un sacrifico que estaba dispuesto a aceptar, luego de que esa noche me había convertido en toda una mujer, estaba seguro de que quería vivir esta nueva vida con todo el dinero que pudiera tomar de este sujeto, aunque tenga que ser mi propia hija.