Fred
sostenía el medallón con sus manos meditando si hacer lo que estaba pensando,
sus nervios estaban encendidos y
solamente pensaba pervertidamente en tomar el cuerpo de la mujer que pretendía
y disfrutar de las emociones que el momento le otorgaría, cuando observo que la
mujer regresaba del trabajo justo antes de entrar a su casa, Fred la tomo por
la espalda tapándole la boca con un trapo húmedo con acetona para dormirla, la
metió a su casa con cuidado de que nadie observara y la recostó en su cama para luego cambiar de lugares con ella,
tomo el medallón en su cuello y acciono la absorción de almas usándolo en la
mujer toando como presa su alma dentro de su medallón, luego lo acciono para sí
mismo sintiendo una conexión extraña con su cuerpo y el medallón impulsándolo
hasta que se encontró mirando hacia el techo de su habitación, pronto Fred
podía sentir un mar de sensaciones nuevas y extrañas que recorrían todo su
cuerpo, bajo la mirada hacia sus nuevos pechos sorprendió de lo que tenía en
sí mismo, inmediatamente comenzó a tocarlos experimentado una cálida y
placentera sensación, se levantó inmediatamente algo mareado por el rápido y
torpe movimiento de su cuerpo con desequilibrio mientras que su cabellera
cubría su rostro al volar su cabello por
todas partes, pronto podía admirar sus manos algo arrugadas por la edad de su
nuevo cuerpo y por su puesto al mirarse en un espejo podía ver la belleza y las
arrugas de una mujer madura como lo era
la señora Diana, la antigua dueña de lo
que ahora era su cuerpo, mientras tanto, su ex cuerpo yacía en el suelo dormido
sin un alma que lo moviera, el alma de la señora Diana se encontraba atrapado dentro del
medallón sin poder hacer nada ni si quiera saber lo que pasaba a su alrededor
siendo encerrada como un alma dormida
por la eternidad o al menos hasta que
alguien la rescatara de esa prisión astral.
Fred
ahora la señora Diana, comenzó a desvestir
su nuevo cuerpo, comenzó a observar con detalle suspirando y jadeando
con placer e ilusión de haber logrado un milagro, tomo sus nuevos pechos
apretándolos con suavidad exprimiendo sus
jugosos montículos de carne que le colgaban de su pecho, mientras que su
vagina ya adulta dejaba liberar fluidos nunca antes experimentados para el cómo
un hombre, se sentía muy sexy al mirarse con cada prenda y finalmente al verse
desnuda aun a pesar de los achaques que tenía con un cuerpo maduro como ese,
luego de probar un poco su feminidad, volvió a arreglarse para regresar a la
que ahora era su casa, primero saludando a su nueva hija con quien vivía solas, tenían una muy buena relación y el siempre fantaseo con
divertirse con ella vistiendo el cuerpo de su madre, se saludaron como siempre,
pues había estudiado en los últimos meses el comportamiento de ambas, si él
quisiera en ese instante usaba el medallón para tomar el cuerpo de ambas a su
favor, pero él quería experimentar la curiosidad de ser la madre de su vecina,
luego de darle de cenar se fueron a dormir, esa noche la nueva señora Diana la
paso disfrutando de su vagina hasta que termino inconsciente del cansancio,
cuando despertó sentía un fuerte dolor de cabeza sin olvidar algunos achaques
en sus piernas que le dolían como calambres que recorrían desde sus pies hasta
su cadera punzándole, era parte del problema de ser y experimentar vivir como una mujer adulta, pero aun eso le
parecía excitante, se levantó como toda una mujer responsable buscando como
arreglarse para ir al trabajo y por supuesto apurándose a una hora muy temprana
inclusive a la que estaba acostumbrado
levantarse para darle el desayuno a su nueva hija y llevarla a la escuela, se
apresuró como pudo dándose un rápido pero placentero baño hasta arreglarse con
ropa de mujer muy sexy y maquillaje, luego preparar el desayuno sin
dificultades y saludo a su hija mirando
lo sexy que se veía con su vestimenta de
colegiala, lo cual le intimido un poco y se hizo la tonta dándole una nalgada a su propia hija inclusive
tocando sus pecho aprovechando el elocuente interés por arreglar su escote,
afortunadamente su nueva hija parecía tenerle bastante confianza aunque su
rostro si se miraba con algo de confusión, pero lo dejo pasar, la llevó a su
escuela hasta que ella se dirigió a su nuevo trabajo.
Luego
de unos días la nueva señora Diana
parecía pasar desapercibida entre las personas y sobre todo su hija, parecía
vestirse con mayor libertad
y confianza, por lo regular
usando vestidos que a pesar de su condición le levantaban la autoestima,
aunque no era de esperarse que sus
achaques le causaran factura pues se lamentaba por las noches y las mañanas del
cansancio, aparte de su espalda la cual le mataba por el peso de su pecho
cargando con el todo el tiempo, pero disfrutaba más haya al poder tocarlos todo
el tiempo y sentir el placer del roce de sus pezones con la tela de su ropa,
ahora había hecho de su familia en pareja
con su hija una relación más
amorosa, pues ahora aconsejaba más a su
hija teniéndose más confianza como si
supera lo que realmente quería, también
se aprovechaba propasándose con su propia
hija cuando podía y cuando salían de compras aprovechaba para verla
desnuda mientras se probaban la ropa más cara y bonita que veían, a veces casi
obligándola a tocarla desde sus pechos hasta su vagina con tal de ayudarle a medirse alguna ropa o prenda.
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