miércoles, 3 de julio de 2019

La semana de la salud 3 -Una propuesta indecente-



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-¡Entonces!, ¿qué te parece el plan? –preguntaba el socio del jefe de David al mismo-, -Creo que no está nada mal, pero porque no disfrutarlo, nosotros mismos, -Porque la tipa podría fugarse con nuestros cuerpos y robarse todo el dinero en el proceso, ya tenemos a la puta, se llama Liz, trabaja de mesera y bailarina privada en el bar que compramos, nos fue muy bien con las ganancias esta semana gracias a ella, aunque parece vieja prehispánica su cuerpo lo desea medio mundo, van a bar tan solo por verla, se dice que gano casi un millón por coger con el presidente, por eso se quiere ir del bar porque ya junto el dinero suficiente para irse muy lejos de todo, solo que esto jamás lo  vas a decir a nadie me entiendes viejo, -Bien, entonces a quien elegiremos, -Tiene que ser alguien ingenuo, o un chico muy caliente hasta un viejo pervertido, nos iría muy bien con eso para nuestro pequeño experimento, -Bueno, porque no mejor de ambos o de todo, veamos, los jefes de David miraban por la ventana hasta las máquinas buscando algún ingenuo para su plan.


David se encargaba de estropear una vez más una valiosa pieza de ventila para el motor de uno de los carros, como siempre su jefe lo miraba desde la ventana de su oficina regañándolo por torpe, pero esta vez el señor Charles llamo a David para otros motivos, David algo temeroso, con miedo a ser despedido solo escuchaba a su jefe sin notarlo furioso como otras veces, -¡Escúchame David, usted ya volvió a romper otra pieza, ya van cuatro en lo que va del mes, pero esta vez no pienso cobrarle, o bueno si, pero de otro modo, -De que otro modo, señor –decía David con la voz cortada-, el señor Charles y su socio le contaron toda una osadía de privilegios que obtendría con el simple hecho de tener un cuerpo femenino, David estudiaba a su corta edad ingeniería mecánica, obtuvo gracias a un amigo de su tío el empleo en la fábrica automotriz pero no había podido encajar como un buen obrero en la manufactura de piezas de auto, aun así, luego de pagar muchas facturas entre otras cosas, no creía que ser mujer fuera algo mejor que estuviera por pasarle.


David asistió con sus jefes a la clínica de intercambio, el socio de Charles ya había hecho lo propio con Liz, obligándola a asistir a la clínica reventándole una dichosa demanda de contrato falsa por irse con una gran cantidad de dinero, además de decirle todo a las autoridades sobre lo de ella con el presidente, Liz no tuvo opción, no pensaba que la situación en la que le pondría durara mucho, ni que fuera lo que le esperaba al asistir a un hospital, como tal, nadie le había informado lo que le acontecería, le indicaron llevar un vestido muy revelador, un par de tacones altos de aguja y bien arreglada para una cita con un empresario rico, pero esta vez no lo seria, Liz y David firmaron los papeles, solo David sabía lo que pasaba, al ver a la despampanante mujer, no pudo resistir en excitarse e imaginar un montón de perversidades con ella, David entro a la máquina, su miembro erecto lo delataba, sus jefes más que emocionados por notarlo y la chica del otro lado apenas se imaginaba lo que sucedería, unos minutos más tarde, David salía desconcertado de la clínica, su cuerpo no le asentaba para nadaban, se sentía muy avergonzado, le habían quitado su cuerpo masculino y ahora era toda una puta en las calles, el contrato que firmó en la oficina con sus jefes le ordenaba vivir para siempre como la exótica mujer, hacer todo lo que ella hacía en su día a día, como atender a los clientes, David lo veía de otro modo, su cuerpo le incomodaba, la gente y las muradas de los hombres también, más allá de las emociones que como hombre le persuadían siendo una mujer tan sexy, Liz salió con el cuerpo de David, el chico no lucia nada feo para sus gustos, aunque también había sido obligada a asistir al día siguiente en la fábrica, no tendría que hacer mucho desde ahora, solo limpiar como conserje con una paga aún más alta que la que David recibía por obrero en la fábrica, David no se quedaba atrás, pues ahora tenía los miles que tenía Liz por su trabajo con el presidente, además del dinero que ganaba día y noche durante los próximos días con los clientes del bar.




1 comentario:

  1. Karina puedes hacer un cambio entre una mujer embarazada y su feto por favor

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